Ricardo Ojeda Leos
E |
l 10 de abril de 2022 es una
fecha que coinciden el aniversario 103 del asesinato de la figura más radical y
de pensamiento más agudo de la revolución mexicana: Emiliano Zapata y, un
ejercicio constitucional que hasta hace poco parecía no únicamente impensable
sino imposible: votar para revocar el mandato o bien en su caso, ratificar la
permanencia en el poder ejecutivo del presidente de la República. Un dato emblemático
que debería ser motivador para acudir masivamente a las urnas y ejercer este derecho
inédito, aún por escasas o lejos que pudieran estar de nuestra sección
electoral.
Se trata de un ejercicio que, si
bien para que pueda ser vinculatorio, es decir, para que tenga validez oficial,
se debe alcanzar una participación del
40% del electorado, esto es, poco más de 37 millones de votantes. Cifra que se
ve muy difícil de alcanzar por el clima de confrontación política entre el
instituto encargado de realizar la votación, el INE y el representante del
Ejecutivo, en donde se ha regateado difusión y urnas por parte del primero, y presuntamente
recursos económicos por parte del segundo, así como por la prevalente oposición
política de los otrora partidos en el poder que en ese afán de oponerse
prácticamente a toda política presidencial de gobierno, caen en la
contradicción de promover la inasistencia de los votantes con excusas leguleyas
a través de las cuales buscan más bien no exhibirse y esconder su endeble
fuerza electoral que de verdad hacer creer en sus anquilosados argumentos. Sólo
ello desde una lógica elemental , evitaría pensar en una total falta de juicio.
En esta atmósfera viciada también de confrontación permanente entre los tradicionales medios masivos de información y las nuevas formas de comunicación virtual a través de nuevos actores de la noticia en canales y redes sociales, es que arribamos a este suceso y, cuya mayor importancia en esta ocasión, reside más bien en dejar precedente de la instauración de una democracia más participativa que de revocar verdaderamente el mandato al ejecutivo, esto en virtud de la popularidad que sigue arrastrando el representante de este poder y que lo constata la actitud de desánimo para participar por parte de la oposición, no obstante que el propio presidente se ha pronunciado por respetar la decisión de las urnas, aún cuando no se alcance la cifra de participación que legalmente lo haría vinculatorio. Una oferta política que seguramente en cualquier otro lugar del mundo no sería tan menospreciada.
En síntesis, a favor o en contra
de la revocación de mandato, el voto del 10 de abril es un parteaguas en la
historia moderna de México y debe ser respaldado por el mayor número de
votantes posibles, aún con las condiciones adversas ya expuestas. No se trata de
complacer caprichos ni de uno ni de otros, se trata de hacer uso de una
herramienta ciudadana de democracia participativa que en el fondo enarbola los
más nobles ideales democráticos y de justicia social de héroes como Emiliano
Zapata Salazar. ¡Enhorabuena!
Ese es el enfoque correcto y no los engaños descalificadores que aluden a un capricho personal del presidente. Si tan demicráticos decimos set, aquí está la oportunidsd de consolidar estas nacientes para México, formas de democracia participativa.
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ResponderEliminarAntidemocrática la estrategia de incitar a la nula participación.
ResponderEliminarTodos a las urnas.
Esta bien. Iremos a votar como ciudadana que soy. Mandaré mi foto. Viva la democracia.
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