viernes, 24 de julio de 2020

La ideología y su influencia en el debate político


Ricardo Ojeda Leos


La ideología, parte fundamental de la esencia humana, es la fuente a través de la cual emana el pensamiento y el discurso político, normalmente de manera no consciente. Ello permite explicar la forma en que las ideas y argumentaciones, supuestamente propias e individuales, conllevan a definir una postura política que invariablemente decanta en alguna de las ya existentes. Dicha postura es asimismo de una consistencia más o menos permanente que puede ser hasta obstinada o al menos tozuda.

          Para fundamentar las anteriores líneas, es necesario explicar que a lo largo de la historia muchos filósofos han intentado centrar la esencia humana en la naturaleza interna, pero es Marx en su tesis sobre Feuerbach, quien la excentra, la hace concreta y la coloca afuera del ser humano, precisamente en la interacción social, esto es ” … la esencia humana no es algo abstracto inherente a cada individuo. Es, en su realidad, el conjunto de las relaciones sociales”. Estas relaciones son, en consecuencia, quienes la determinan.

          Han aparecido también filósofos existencialistas como Jean-Paul Sartre que intentaron, más que ampliar el radio de la esencia humana, desatarla y arrojarla al libre albedrío, donde se tiene presuntamente la responsabilidad individual de la elección, visión que en primera instancia pareciera enaltecer la libertad humana, pero que al final termina aprisionando y restringiendo la personalidad humana al ignorar las diversas condiciones preexistentes sociales, económicas, políticas, etc. Esta visión llega al extremo de responsabilizar en todo al ser humano hasta por sufrir cualquier injusticia como pudiera ser el hecho de ser recluido en un campo de concentración.

          En esta reflexión, se sostiene en consecuencia, que la esencia humana solo tiene sentido del sujeto en comunidad y en sus interacciones, siendo esta complejidad de relaciones lo que configura los rasgos fundamentales del pensamiento y la personalidad humana. En un primer esfuerzo resulta conveniente para nuestro objetivo, trasladar el problema filosófico de la esencia humana al campo de la psicología, por lo tanto, corriendo el riesgo de ser un poco esquemáticos, en lugar de hablar de esencia hablaremos del psiquismo humano, lo cual implica que al sostener la visión social de la esencia humana se descarta la visión psicoanalítica que toma a las pulsiones como proveedora del material psíquico y en su lugar adoptamos la visión psicológica vigotskyana de Aleksei Leontiev que coloca en su lugar a la cultura como fuente del psiquismo humano. La pregunta ineludible entonces es ¿Cómo se incorpora la cultura? La respuesta resulta fundamental para comprender desde esta perspectiva la diferenciación humana y se encuentra en la actividad humana, es decir, se halla en la actividad humana la fuente de diferenciación que hace que dos personas no sean iguales. Por lo tanto, parafraseando y precisando mejor un refrán muy popular podemos establecer la siguiente interrogante ¿Dime qué haces y te diré quién eres?

          Ahora bien, si es la actividad la detonante de la diferenciación psíquica y esencial del ser humano, ésta al producirse en la interacción social sólo puede ser fundamentalmente auspiciada a través del lenguaje, mediante el cual el ser humano construye su psiquismo. El lenguaje es precisamente producto de la praxis histórica, es decir, depende de la clase social procedente, de las diversas oportunidades de acceso a la cultura, del concepto sociocultural inmerso, etc. Resulta entonces contundente la afirmación por otra parte que hace Alfred Shutz cuando establece que “sólo, en parte, mis circunstancias son el resultado de una construcción personal”. Es decir, desde una perspectiva fenomenológica, Alfred Schutz parte de un supuesto fundamental en su gran teoría sobre la realidad social, que consiste en que todos los sujetos comparten un mundo, en el cual vivimos de manera similar nuestras experiencias, es decir, un mundo común denominado indistintamente mundo de la vida cotidiana, del sentido común o de la vida diaria . En dicho mundo la realidad que se le presenta al hombre aparece como dada fuera de toda duda , incuestionada y evidente. A partir de ese mundo el hombre construye su conocimiento de sentido común. Se trata de un mundo incuestionado al que el ser humano ha arribado, pero cuestionable, esto último no en el sentido de la crítica de este este o de su imperfección sino en la noción de que es susceptible de cuestionamiento.

           La manera en que se encuentra el hombre en esta porción compartida de la realidad es en actitud natural, en ella el hombre presupone la existencia de otros hombres que tienen conciencia propia pero similar y presupone que el sentido que esos hombres le dan al mundo externo es también similar al que él le otorga. Se trata de un mundo, por lo tanto, en el cual se puede interactuar y donde el hombre puede ser comprendido por otros e igualmente hacerse entender ante los demás. Se trata de un mundo social y cultural estratificado, el cual se da por hecho y al que el ser humano únicamente ha accedido. Ahí, sólo una mínima parte de las situaciones en que se encuentra es creada por él mismo, pues casi todo ha sido ya creado por otros. Tal actitud natural reivindica una particular forma de pensar, que se desenvuelve en dos sentidos: uno donde se da por sentado que todas las cosas que acontecen en dicho mundo seguirán aconteciendo igual, por lo tanto, la experiencia adquirida para hacer frente a tales acontecimientos sigue teniendo validez; en el otro sentido, dado lo anterior, entonces el hombre puede seguir operando sobre el mundo gracias al capital que en la experiencia común ha acumulado. Resulta muy interesante y reveladora la obra de Alfred Shutz porque enfatiza que la construcción personal es mínima con relación a la influencia de las circunstancias lo cual abreva a nuestra idea en este trabajo sobre la conformación de la esencia y/o psiquismo humano.

          Por otra parte, de acuerdo a Garrido, M (1983) en las primeras páginas de la obra Meditaciones del Quijote, José Ortega y Gasset establece la fórmula “yo soy yo y mi circunstancia” (p.314) que sin la pretensión de querer resumir  su obra filosófica con dicha frase,  que como todo obra de tal envergadura requiere de un seguimiento y análisis más sustancioso, únicamente se utilizará esta poderosa construcción para refrendar la idea que estamos elaborando con relación a que el hombre no sólo es él en solitario, sino él y su contorno social y cultural, es decir, resulta muy difícil poder establecer que el pensamiento y discurso de los individuos devienen únicamente de su individualidad, en virtud de que ésta se configura en el contexto en el que se desarrolla, esto es, la fuente de las ideas y creencias emanan del contorno social y cultural, por lo tanto, como corolario el propio José Ortega y Gasset nos conduce a otra de sus citas más representativas que forman parte de su obra:  nuestras convicciones más arraigadas, más indubitables, son las más sospechosas. Ellas constituyen nuestro límite, nuestros confines, nuestra prisión”. Por la naturaleza de la cita y el objetivo que perseguimos debemos entender por “convicciones” a nuestras “creencias”, las cuales constituyen nuestros propios barrotes que nos impiden ver más allá de ellos.

          Llegado a este punto es necesario comprender de manera práctica los conceptos de ideas, ideología y creencias. Para ello resulta muy elocuente lo que escribe el columnista Reynoso, Víctor (2017):
Las ideas, lo sabemos desde su fundador o descubridor, Platón, son productos críticos de la mente. Continuamente deben estar pensados y cuestionados. Tanto por su congruencia lógica como por su relación con la realidad. Las ideologías son cosas distintas: son "ideas que han dejado de ser ideas, es decir, que han dejado de ser pensadas" escribió Sartori. Son ideas transformadas en creencias, "ideas fijas, que son objeto de fe pero ya no de reflexión"
          Siguiendo lo que menciona Sartori a través de Reynoso, Víctor (2017) y parafraseando a Karl Popper, desde un enfoque de la filosofía de la ciencia, podremos establecer que una idea tiene validez mientras sea refutable, cuando deja de serlo, se transforma en un dogma, es decir, en creencia, ya en palabras de Sartori.

          De acuerdo a lo anterior, el concepto que retomamos de ideología, intentando superar la connotación negativa que se le ha dado por años y que buscó presentarla como opuesta al conocimiento “objetivo”, la ideología tiene entonces que ver precisamente con las creencias, esto es,  una ideología es el fundamento de las representaciones sociales compartidas por un grupo social” (Van Dijk, Teun A, 2005, p. 17) léase aquí representaciones como creencias. Estas creencias o representaciones giran en primera instancia alrededor de una motivación primordial: sus intereses fundamentales en virtud de que como menciona más adelante Van Dijk, Teun A, (2005) “Las ideologías generalmente tienen que ver más con grupos sociales, clases, castas o comunidades…” (p.17). y “son relativamente estables… Muchas ideologías son adquiridas durante muchos años y permanecen activas para toda la vida”. (p.20).  No hay, por tanto,  ninguna ideología “personal” o “individual” – sino “usos” personales o individuales de las ideologías” ( p. 18).

          Resumiendo todo lo aquí expuesto podemos establecer que toda expresión dimana del pensamiento y este a su vez se constituye con el lenguaje, mediante el cual se conforma el psiquismo, pero este psiquismo no es individual sino que su esencia es producto de la interacción social y el contorno cultural al cual se accede a través de la actividad humana, conformándose de esta manera nuestras ideas de las cuales emerge un sistema de creencias, que son ideas que dejan de cuestionarse con el tiempo y que se incorporan mecánicamente como verdades irrefutables en nuestro psiquismo de manera relativamente estables y duraderas, pero también a la mayoría de las cuales se ha arribado y en las que poco tiene  que ver la construcción personal, conformando así, el cuerpo axiomático de lo que denominamos, ideología.

          Resulta, por lo tanto, imposible separar el componente ideológico de cualquier aseveración humana, sobre todo en materia política que es su campo natural de la ideología. Es decir, políticamente existe siempre un sesgo cognitivo, ya sea inconsciente o consciente, por lo tanto,  muy lejos está la popularizada “objetividad” de la cual todo adversario político pretende sacar ventaja en el discurso. Para aproximarse a tal “objetividad” el único vehículo posible es el conocimiento científico, pero a la vez, como dice Popper, éste tiene que ser refutable para que acceda a tal nivel de cientificidad. De tal manera que la única manera civilizada para acceder al consenso político a través del discurso es el debate racional de las ideas y una postura firme pero no anquilosada de nuestra ideología. Lo que no garantiza tampoco el consenso y continuará siendo el sufragio la herramienta democrática de desenredo de muchos conflictos.




Fuentes de consulta:

Garrido, M (1983) El yo y la circunstancia. [en línea].  [fecha de consulta 23 de julio de 2020]. Disponible en: http://dialnet.unirioja.es

Leal Riquelme, Rubén. La Sociología Interpretativa De Alfred Schütz. Reflexiones Entorno A Un Planteamiento Epistemológico Cualitativo. ISSN 0718-2201.- [en línea].  [fecha de consulta 5 de julio de 2020]. Disponible en: https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-22012006000200012


Poper, Karl (1990) La Lógica de la Investigación Científica. Laja

San Martín, Javier. Meditaciones Del Quijote, Un Libro De Encrucijada Scio. Revista de Filosofía, n.º 10, Noviembre de 2014, 127-143, [en línea] ISSN: 1887-9853 [fecha de consulta 23 de julio de 2020]. Disponible en: http://dialnet.unirioja.es

Schutz, Alfred, (1995) El problema de la realidad social, Amorrortu editores, Buenos Aires, Argentina

Schutz, Alfred, (1974) Estudios sobre teoría social, Amorrortu editores, Buenos Aires, Argentina.

Schutz, Alfred, (1993) La construcción significativa del mundo social, Editorial Paidos, Barcelona, España.

Schutz, Alfred, (2001) Las estructuras del mundo de la vida, Amorrortu editores, Buenos Aires, Argentina

Van Dijk, Teun A. (2005) Política, ideología y discurso. Quórum Académico [en línea]. , 15-47 [fecha de consulta 28 de junio de 2020]. ISSN: 1690-7582. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=199016762002

domingo, 31 de mayo de 2020

La educación básica y el fantasma del coronavirus


Ricardo Ojeda Leos

Un fantasma recorre el mundo…el fantasma del coronavirus. Sirva esta parafraseo de las primeras líneas del manifiesto comunista de 1848 redactado por Carlos Marx y Federico Engels para intentar describir brevemente esta etapa que estamos viviendo. Los citados autores referían como fantasma, ante todo, a una teoría que aludía el fin del capitalismo y reivindicaba a la clase trabajadora. En nuestro caso, el llamado a ser el virus más famoso de nuestros tiempos obliga a reivindicar el rol de los trabajadores, en especial de los encargados de la educación: los maestros, en particular los docentes de educación básica, presagiando, por fortuna sólo temporalmente, el fin de las clases presenciales, a quienes el virus los alcanzó de manera tan repentina que muy pocos pudieron imaginar lo que tendrían que enfrentar en un futuro inmediato: muchos tuvieron que desempolvar sus añejas computadoras que ya habían remplazado por los llamados smartphones con motivo de una mayor facilidad para llevar a cabo videoconferencias que permitieran estar en contacto con autoridades educativas, alumnos y padres de familia , con ello muchos docentes también se percataron que sus computadoras requerían ser actualizadas para cumplir con las condiciones necesarias de hardware y software, es decir, a contracorriente hubo que subsanar deficiencias técnicas y aprender a utilizar novedosas aplicaciones para intentar mantener la comunicación necesaria que permitiera continuar con la enseñanza y el aprendizaje de los programas educativos.

Las autoridades educativas, sobre todo directores iniciaron una gran presión sobre los docentes por mantenerlos en una dinámica laboral por momentos hasta más exhaustiva que en condiciones normales, sin embargo finalmente la realidad poco a poco se ha ido encargando de mostrarles que pese al gran esfuerzo y compromiso de los maestros, las diferencias en dispositivos, herramientas, servicios de internet, etc., de los principales actores involucrados, léase alumnos y maestros, es decir la desigualdad en la disponibilidad de los recursos tecnológicos ha resultado ser una variable que impacta significativamente y reduce en la misma proporción las posibilidades tanto de cobertura como de calidad. No obstante, el propio Marx decía que la peor lucha es la no se hace, y en ese rubro el esfuerzo de los docentes ha sido sobresaliente, no a la par de los directivos, quienes en general se han limitado a organizar videoconferencias con su profesores, la mayoría de las veces sólo para incrementar la carga laboral que ya en sí misma es por momentos extenuante para el profesorado, cuyo entusiasmo intenta compensar su deficiente formación en el uso de las que se denominaban nuevas tecnologías, pero que sumada a desigualdad esbozada, configuran un escenario escolar con muchas dificultades y limitaciones para lograr los aprendizajes que fueron planeados para ser alcanzados presencialmente.

En estas difíciles condiciones los maestros han debido navegar entre el uso de las nuevas herramientas a distancia y enfocarse en los contenidos esenciales, apostarle a la calidad sobre la cantidad de aprendizajes , es decir a la famosa jerarquización de contenidos para llevar a buen puerto un singular ciclo escolar que esperemos quede para el anecdotario. En este contexto resulta justificable el discurso oficial de autoridades educativas y sindicales en el sentido de que el ciclo escolar se rescatará, sin embargo, únicamente cada profesor sabe perfectamente las características de lo logrado, las cuales están muy lejanas de ser las óptimas y mucho menos homogéneas, dada las condiciones de desigualdad no sólo tecnológica sino también social, debido al papel de los padres de familia, que en estas condiciones acrecientan su importancia en el aprendizaje de los alumnos.

miércoles, 27 de mayo de 2020

¿Enseñanzas o esperanzas? lo que nos deja el coronavirus…

Ricardo Ojeda Leos

          Esta pandemia dejará muchas enseñanzas o esperanzas que aún tardaremos por descifrar. Decía Albert Einstein que en tiempos de crisis es cuando surgen las mejores oportunidades, sin embargo descubrirlas no es fácil y construirlas, mucho menos.

          En un primer momento podemos apreciar que la tierra, es decir, la naturaleza es quien más se ha beneficiado del llamado coronavirus: los peces han podido vivir por un tiempo tranquilos en ríos y mares llevando a cabo su reproducción natural, las ballenas han regresado a lugares que ya no visitaban, formidables mamíferos que los humanos teníamos recluidos en la selva o en los montes, los hemos visto pasear por algunas ciudades, algunos cielos de las grandes urbes se han despejado un poco de la contaminación provocada por autos y fábricas que fueron obligados a parar, pero esa magnifica pausa poco a poco llega a su fin y el retorno de la voracidad humana parece inevitable. Ojalá que tanto gobiernos como ciudadanos logremos ver la oportunidad que significa respetar a la bien acertada y denominada “madre naturaleza” o de lo contrario, las futuras consecuencias de este tipo de eventos serán cada vez más desalentadoras.

          Desde otros ángulos y en variedad de temáticas podremos aproximarnos a otras enseñanzas o esperanzas que nos deja este singular virus que paralizó al mundo, una resulta de particular interés: la de la convivencia social, esto es, ¿Seremos capaces, después de esta lección, de comprender el valor de la cercanía humana y el abrazo fraternal? ¿Podremos deshacernos de la avidez de la individualidad y pensar en el beneficio colectivo? En una palabra ¿De verdad saldremos mejores seres humanos? Una respuesta positiva a cuestionamientos de este tipo no es únicamente lo deseable sino el camino necesario para cambiar un futuro que está lleno de incertidumbres y para muestra, no un botón... un simple virus.

martes, 21 de abril de 2020

¿Populismo o humanismo? Una breve reflexión en tiempos del coronavirus


Ricardo Ojeda Leos


          La minimización y desacreditación de las políticas de apoyo social a los grupos vulnerables, llámense personas de la tercera edad, alumnos de escuelas públicas, personas con discapacidad, jóvenes sin estudio y desempleados, etc. que ha emprendido el Presidente de la República, ha tenido como principal argumento por parte de la oposición -según ellos mismos- el nulo o escaso valor en el impacto a favor de la economía nacional y en cambio, a mediano o largo plazo, un presumible lastre que significarán los apoyos sociales a la población, y que terminarán ahogando las finanzas del propio gobierno federal, en términos más coloquiales arguyen que se tratan de medidas electoreras o populistas.

          En el mejor de los ánimos, debemos pensar que dichos juicios y vaticinios son producto de una racionalidad política a favor de México y no del deseo intrínseco de una oposición que sueña obsesivamente con un regreso al poder político. Con base a estos cuestionamientos, resulta obligado, para todo ciudadano que ejerce con responsabilidad su ciudadanía, realizar una seria reflexión de dichas medidas llevadas a cabo por el gobierno federal, aprovechando la pausa que ha provocado el coronavirus en el mundo,  y sin la estridencia mediática y el arrollador ruido de las redes sociales, mismas que abruman, parcializan y polarizan la opinión.

          Existe un pensamiento dominante e indiscutible entre los profesionales del manejo de las finanzas en todos los ámbitos: el recurso financiero es escaso y siempre es insuficiente. De alguna manera todos los gobiernos lo saben y desarrollan sus políticas públicas en esa idea , algunos con más restricciones a los programas de apoyo social que otros, pero todos de alguna forma siempre invierten recursos en esa área vulnerada económicamente, aun cuando la receta económica de facto que sigue todo gobierno es la inversión para la creación de empleos y la incentivación a la iniciativa privada, y que tiene como premisa un antiguo pensamiento oriental: si quieres darle de comer un día a un hombre, dale un pescado, si quieres darle de comer toda su vida, enséñale a pescar. Para cualquier persona que se jacte de poseer sentido lógico de administración de la justicia tal premisa es lo suficientemente sólida para justificar que la mayor inversión de recursos a los ciudadanos debe centrarse en “enseñar a pescar” y no en “darle el pescado” -amén de cuestionar su sano juicio-, pero también es verdad que no se puede dejar de “darle el pescado” a quien lo necesita para poder “aprender a pescar” y mucho menos a aquellos que por su edad, condición física o mental, no pueden pescar. Lo cual tiene que ver con un tema de humanismo y que todos los gobiernos de todos los países lo realizan en mayor o menor grado bajo sus propias características y condiciones socioculturales y económicas.

          Por otra parte, la desigualdad social es el efecto más perturbador de la gran problemática socioeconómica de nuestro país, y en consecuencia la distribución de recursos destinados a programas sociales pudiera verse como un medio para mitigar un poco esa gran ofensa social. Es decir, una mejor distribución de la riqueza sigue siendo una deuda histórica de nuestros gobiernos y únicamente ese señalamiento podría ser una razón de peso suficiente para justificar la inversión de recursos en programas sociales tendientes a reducir el impacto que causa esta desigualdad: hambre y enfermedades por un lado; delincuencia y violencia por el otro.

          Algunos de los apoyos que se han duplicado y extendido, significan una gran ayuda para una gran cantidad de la población y nada tiene que ver el tema de la holgazanería que se temía que provocaran, pero también es muy cierto que no se perciben grandes resultados hasta el momento, en la principal  agenda pendiente: la inseguridad y la violencia, la cual es el verdadero talón de Aquiles en este gobierno de quince meses, esperemos sea únicamente cuestión de tiempo. ¿Populismo o humanismo?, al tiempo …


Reflexiones sobre la crítica periodística




Ricardo Ojeda Leos


          Es un buen momento para hacer algunas reflexiones con lo que respecta a la postura crítica hacia el nuevo Gobierno de la República, desde un parecer distinto al que se ciñen algunos notables profesionales de ese periodismo crítico que pese presiones directas o indirectas lograron salir avante en su trabajo y subsistir a los embates que desde el poder padecieron en gobiernos anteriores. Tal pareciera que su meta actual es la crítica al poder en turno por el poder mismo, incluso hay quienes aseveran que esa debe ser la labor del periodismo, lo cual desde otra perspectiva, sufre un error sustancial, es decir, desde otro enfoque periodístico, sin quitarle un ápice de posicionamiento de periodismo crítico, lo que debe criticarse no es el poder por el poder mismo, sino la posible ruptura ideológica que pudiera hacer actuar a ese poder y el ejercicio de ese poder,  de lo contrario la propia naturaleza del error de dichas motivaciones conlleva el riesgo, inconscientemente tal vez, de abrevar hacia aquellas situaciones que por antaño el periodismo crítico también luchó, y con ello sembrar semillas de información que podrían germinar en ciertas posturas de ideas ante la opinión pública para propiciar un eventual regreso de las formas e ideologías que se impusieron desde los gobiernos y contra las que ellos mismos lucharon.
          Desde esta reflexión, la problemática de hacer periodismo crítico no debiera ser tan simple ni tan ingenua, no se trata de dar de palos con los ojos cerrados al poder que funge como piñata en turno, esa tarea la realiza con sobrado esmero el otro periodismo que sigue conservando, gracias a su organización, estructura tecnológica y económica, un gran poder persuasivo entre muchos sectores de la sociedad y que siempre estuvo aliado y atado a los intereses políticos y socioeconómicos del poder en turno. De lo que se trata es señalar errores y abusos que devengan de la ideología del nuevo poder, ideología que, de alguna manera u otra fue auspiciada con el trabajo periodístico crítico realizado y que coadyuvaron al convencimiento de más de treinta millones de electores el pasado primero de julio del 2018, esto es, denunciar temas donde brote la corrupción, el influyentismo, la opacidad, los conflictos de intereses y hacer notar posibles retardos de las nuevas políticas públicas así como la eficiencia y eficacia de las mismas, pero debe tenerse mucho cuidado de criticar a priori, medidas que, si bien no resultan estructurales, sí podrían representar nuevas alternativas hacia la construcción de un nuevo régimen con vocación de justicia social que intenta mejorar la seguridad y las condiciones de vida de millones de mexicanos, o en su caso, señalar errores y establecer nuevas propuestas. La critica al poder, solo por el poder en sí mismo es como engordar el caldo para el poderoso aparato opositor que se frota las manos por regresar.

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