Ricardo Ojeda Leos
Es un buen momento para hacer algunas
reflexiones con lo que respecta a la postura crítica hacia el nuevo Gobierno de
la República, desde un parecer distinto al que se ciñen algunos notables
profesionales de ese periodismo crítico que pese presiones directas o
indirectas lograron salir avante en su trabajo y subsistir a los embates que
desde el poder padecieron en gobiernos anteriores. Tal pareciera que su meta actual
es la crítica al poder en turno por el poder mismo, incluso hay quienes
aseveran que esa debe ser la labor del periodismo, lo cual desde otra
perspectiva, sufre un error sustancial, es decir, desde otro enfoque
periodístico, sin quitarle un ápice de posicionamiento de periodismo crítico,
lo que debe criticarse no es el poder por el poder mismo, sino la posible
ruptura ideológica que pudiera hacer actuar a ese poder y el ejercicio de ese
poder, de lo contrario la propia
naturaleza del error de dichas motivaciones conlleva el riesgo,
inconscientemente tal vez, de abrevar hacia aquellas situaciones que por antaño
el periodismo crítico también luchó, y con ello sembrar semillas de información
que podrían germinar en ciertas posturas de ideas ante la opinión pública para
propiciar un eventual regreso de las formas e ideologías que se impusieron desde
los gobiernos y contra las que ellos mismos lucharon.
Desde esta reflexión, la problemática de hacer periodismo crítico no debiera
ser tan simple ni tan ingenua, no se trata de dar de palos con los ojos
cerrados al poder que funge como piñata en turno, esa tarea la realiza con
sobrado esmero el otro periodismo que sigue conservando, gracias a su
organización, estructura tecnológica y económica, un gran poder persuasivo entre
muchos sectores de la sociedad y que siempre estuvo aliado y atado a los
intereses políticos y socioeconómicos del poder en turno. De lo que se trata es
señalar errores y abusos que devengan de la ideología del nuevo poder,
ideología que, de alguna manera u otra fue auspiciada con el trabajo
periodístico crítico realizado y que coadyuvaron al convencimiento de más de
treinta millones de electores el pasado primero de julio del 2018, esto
es, denunciar temas donde brote la corrupción, el influyentismo, la opacidad,
los conflictos de intereses y hacer notar posibles retardos de las nuevas
políticas públicas así como la eficiencia y eficacia de las mismas, pero debe
tenerse mucho cuidado de criticar a priori, medidas que, si bien no resultan
estructurales, sí podrían representar nuevas alternativas hacia la construcción
de un nuevo régimen con vocación de justicia social que intenta mejorar la
seguridad y las condiciones de vida de millones de mexicanos, o en su caso,
señalar errores y establecer nuevas propuestas. La critica al poder, solo por
el poder en sí mismo es como engordar el caldo para el poderoso aparato
opositor que se frota las manos por regresar.
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