domingo, 15 de diciembre de 2013

Las tecnlogías de la información, la comunicación y el conocimiento: luces y sombras para el aprendizaje escolar en un marco construccionsta


Ricardo Ojeda Leos

 Resumen:

 Las tecnologías de la información la comunicación y el conocimiento (ticc) desde una postura construccionista constituyen herramientas para potenciar el aprendizaje escolar de nuestros estudiantes pero también pueden contribuir a la formación de una serie de desventajas cognitivas las cuales pueden ser combatidas mediante una acertada intervención pedagógica.

Palabras clave:
Ticc, teorías del aprendizaje, Construccionismo, aprendizaje escolar, Intervención pedagógica, Papert, informática educativa.

 
INTRODUCCIÓN

El destino tecnológico alcanzó a los sistemas educativos y hoy en día resulta innegable la influencia de la tecnología sobre la forma en que aprenden los estudiantes en prácticamente todos los niveles educativos. Cada vez parecen más lejos aquellos años en donde físicamente las escuelas eran el lugar por excelencia donde residía el saber, debido a la irrupción de una nueva era que parece cambiar las bisagras que mueven a la sociedad y a la que Vicario (2005) menciona que ”muchos reconocen como la Era Informática” (p.1)  y que más adelante la misma autora complementa su idea renombrándola junto a otros autores, como “la Era de la Información y del Conocimiento” (p. 19) con base al anunciamiento de Alvin Toffler de la “cuarta ola”[1] en franca referencia a la evolución del conocimiento sobre el genoma humano y la clonación.

               Con relación al tema educativo y la evolución de la tecnología,  resulta útil rescatar el siguiente pensamiento de Pérez (2004):

 “La revolución electrónica que preside los últimos años del siglo XX parece abrir las ventanas de la historia a una nueva forma de ciudad, de configuración del espacio y el tiempo, de las relaciones económicas, sociales, políticas y culturales; en definitiva, un nuevo tipo de ciudadano con hábitos, intereses, formas de pensar y sentir emergentes. Una vida social presidida por los intercambios a distancia, por la supresión de las barreras temporales y las fronteras espaciales. A esta nueva manera de establecer las relaciones sociales y los intercambios informativos ha de responder un nuevo modelo de escuela.” (Introducción)             
               En ese sentido y a pesar de una inicial resistencia hasta cierto punto natural, al cambio tecnológico en educación, es decir a la informática educativa, observamos que esta resistencia es cada vez menor entre los mentores, quienes finalmente parecen convencerse cada día más de las ventajas educativas que pueden representar y aportar las nuevas tecnologías para potenciar el aprendizaje escolar.

LAS TICC Y  LAS TEORÍAS DEL APRENDIZAJE
 En primera instancia, retomamos en este trabajo la orientación hacia el conocimiento, que Vicario (2012) hace de las llamadas tecnologías de la información y la comunicación (tic), renombrándolas como tecnologías de la información, la comunicación y el conocimiento (ticc) porque de esta manera rescatamos el ángulo cognitivo de la tecnología, elemento central para enlazar las tecnologías con el tema educativo, asimismo, coincidimos en el desarrollo que hace Vicario (2012) sobre el construccionismo Papertiano al considerar a “las ticc como poderosas herramientas de construcción mental, útiles para desarrollar el pensamiento complejo en los estudiantes” (p.4) en sentido tal que “desde un enfoque constructivista, las computadoras [léase las ticc] tienen un tremendo potencial para desarrollar las habilidades cognoscitivas de orden  superior de los estudiantes” (Moura, 1998, p. 10).

               El tema del aprendizaje escolar nos remite irremediablemente a las teorías que se han desarrollado para explicarlo, y dentro de las cuales destacan tres: las conductistas, las cognoscitivistas y las constructivistas. Mientras las primeras conciben el aprendizaje como un cambio de conducta que es promovido por estímulos externos, las segundas conciben que el aprendizaje reside básicamente en los procesos internos de los alumnos, en tanto que las terceras  definen al aprendizaje como un proceso de interacción entre sujetos con el conocimiento en sí.
               Es precisamente desde la óptica del constructivismo, como ya lo mencionamos, que las ticc pueden erigirse como interesantes elementos que pueden coadyuvar a la mejora del aprendizaje, porque al concebir el aprendizaje como un proceso de interacción permanente, coloca al estudiante, y en este caso a la tecnología, como participantes activos en este proceso, posibilitando al final la potenciación del mismo.

               Pero también es cierto que tales teorías “fueron desarrolladas en una época en la que el aprendizaje no había sido impactado por la tecnología” (Siemens en Aparici, 2010, p.77), por lo tanto la respuesta más apropiada que incorpora este nuevo impacto en el aprendizaje fundamentada en los preceptos constructivistas, lo constituye la teoría desarrollada por Seymour Papert: el construccionismo, y para quien “El mejor aprendizaje no derivará de encontrar mejores formas de instrucción, sino de ofrecer al educando mejores oportunidades para construir” (Papert, 1999, citado por Vicario, 2012, p. 5)

REPERCUSIONES EN EL APRENDIZAJE DE LAS TICC
 Y desde este razonamiento, las ticc proporcionan una importante gama de oportunidades que enriquecen el aprendizaje y la enseñanza, cuyo impacto lo podemos incluso presenciar desde la cotidianidad en la forma en que se desenvuelven en relación a sus procesos de aprendizaje nuestros “nativos digitales”, por utilizar el lenguaje de Prensky, (2010) para referirnos a nuestros hijos y estudiantes que han nacido y crecido “utilizando la particular “lengua digital” de juegos por ordenador, vídeo e Internet.” (p. 5). Es decir, podemos percatarnos de este importante impacto en la forma en que se relacionan los estudiantes con el conocimiento, en donde éste ha dejado de ser patrimonio de la escuela y de los libros de texto y se ha extendido a través del internet hasta los instrumentos tecnológicos que los nuevos estudiantes manejan con suma facilidad, tales como las computadoras, las tablets, los videojuegos, los llamados teléfonos inteligentes, etc., es decir, el intercambio experiencial con el conocimiento ha cambiado y por ello resulta interesante lo que establece el doctor Bruce D. Berry de la Universidad de Medicina de Baylor citado por Prensky, (2010) en el sentido que “Diversas clases de experiencias conducen a diversas estructuras cerebrales” (p.5), tesis que tendríamos que tomarla con cautela pero que por momentos, sin poderlo negar, pareciera que explica lo que podríamos denominar como la capacidad de realizar multitareas al mismo tiempo o incluso la capacidad para cambiar con más facilidad de ideas y posturas en contraposición con los llamados “inmigrantes digitales” para complementar la idea de Prensky  (2010), quienes parecemos estar en desventaja frente a estas posibles nuevas capacidades.

LUCES Y SOMBRAS
Por lo tanto aquí podemos empezar a hablar de los posibles claroscuros de las ticc en función del aprendizaje y que hacemos referencia en el título de este trabajo, porque por un lado se podría pensar que su uso por parte de los estudiantes permite la formación de nuevas capacidades como la realización de multitareas de manera simultánea, pero por otro lado también es posible pensar en lo contrario, es decir, que tienen un efecto de dispersión de la atención y  que más bien propician la falta de concentración en una tarea exclusiva.

               Asimismo, por un lado, es factible creer que es una ventaja la flexibilidad para cambiar y adaptarse rápidamente a nuevas ideas en función de la vertiginosa velocidad con la que se suceden los cambios en las ticc, pero también podría pensarse que tal fenómeno propicia formación de actitudes endebles e inseguras frente a determinados temas que requieren posturas firmes e irrenunciables como los llamados “transversales” tales como los derechos humanos, el medio ambiente y los de equidad de género, entre otros.
               Otra ventaja que podríamos citar con respecto a las ticc para favorecer el aprendizaje es la gran cantidad de información existente con relación a la escuela tradicional donde básicamente ésta emanaba de los libros de texto y de lo que podía aportar el profesor, sin embargo también podría considerarse como una desventaja en cuanto al tiempo que se requiere para procesarla  sobre todo si se adolece de la capacidad de filtrar adecuadamente la información, lo que hace recordar que “saber más que los otros es fácil. Lo difícil es saber algo mejor que los otros.” (Séneca), es decir, a la ventaja de tener la información a la mano tiene que ser complementada con la capacidad de discernir sobre lo que realmente es importante, porque como dicta otra frase que circula por el ciberespacio, “lo importante no es saberlo todo, sino saber todo lo importante”.

               Otra que podría ser una ventaja con las ticc es la rapidez con la que se puede escribir sobre todo en los servicios de mensajería simplificando, por una parte, la comunicación, donde por inercia pueden los estudiantes trasladar esta forma de escribir al trabajo escolar y produciendo como resultado, por otra parte, el empobrecimiento de la ortografía.
                Asimismo, las ticc posibilitan la ventaja a los estudiantes de no tener que esforzarse por guardar gran cantidad de información en la memoria porque se puede disponer de ella con sólo acceder con un click, incluso desde las famosas “nubes” del ciberespacio, trayendo consigo la desventaja de reducir el desarrollo de la memoria, análogamente al caso en el que Platón cuenta el mito de la invención de la escritura, en la que el rey Thamus la rechaza enérgicamente diciendo que en lugar de contribuir a la memoria y a la sabiduría "Es olvido lo que producirá en las almas de quienes la aprendan, al descuidar la memoria, ya que fiándose de lo escrito, llegarán al recuerdo desde fuera, a través de caracteres ajenos, no desde dentro, desde ellos mismos y por sí mismos".[2]

                Hay quienes piensan en este sentido, como es el caso del estadounidense  Nicholas Carr, que establece que el internet contribuye a la disminución de las capacidades intelectuales en su obra que sintetiza su pensamiento ¿Google nos vuelve estúpidos?, sin embargo, y en favor de nuestra postura, el conocido como efecto Flynn[3] ha demostrado que el coeficiente intelectual en las distintas sociedades ha aumentado una media de tres puntos cada diez años siendo este incremento cada vez mayor.
          Hasta aquí hemos mencionado solo algunas “luces y sombras” que envuelven a los efectos de las ticc sobre el aprendizaje, seguramente podríamos hallar más por lo que no debemos dar por agotado el tema con los aspectos comentados, sin embargo lo que nos interesa destacar es nuestra postura en relación a la esencia de ellos, porque en coincidencia con lo que menciona Vicario (2012, p.5) “En el construccionismo el rol del estudiante es totalmente activo, comprometiéndolo incluso como diseñador de sus propios proyectos y el principal reto es facultarlo (empoderarlo) para asumir ese papel.”

LA INTERVENCIÓN PEDAGÓGICA
Para evitar que las ticc hagan caer a los estudiantes en las desventajas que hemos descrito, es necesaria la intervención pedagógica que coadyuve a que el estudiante por ejemplo, se enfoque en una actividad para evitar la dispersión , así como de dotarlo de las herramientas necesarias para que sea capaz de elegir entre un mar de conocimientos y evitar el naufragio informativo, o bien de conducirlo dentro de una línea de formación con apego correcto a la ortografía destacando la importancia de ésta en el quehacer académico, por citar algunos ejemplos.

                El Construccionismo también parece empatar perfectamente con los nuevos enfoques educativos basados en competencias que dominan actualmente los sistemas educativos porque:

Entre los motivos para la elección del enfoque por competencias resalta el hecho de que éstas desplazan la memorización y el conocimiento enciclopédico, que generalmente se transmiten en los sistemas educativos tradicionales. Así, las competencias demandan el empleo de conocimientos y habilidades hacia objetivos concretos, es decir, todo lo que se aprenda se debe utilizar en situaciones específicas.” (Cuevas, 2011 p.1)
               Mientras que Vicario (2012) en esa misma dinámica dentro de un contexto Papertiano anima a los docentes a que “construyan interesantes y hasta divertidos productos de aprendizaje, en el marco de ambientes de innovación que faciliten la construcción de aprendizajes significativos a partir de actividades colaborativas y de carácter social en donde ´el conocimiento se ponga en acción´” (p.14)         

               Nos parece importante mencionar que la alternativa  construccionista que aquí estamos planteando como visión alternativa para aprovechar las ticc para el aprendizaje, no está en contradicción con una visión humanista de la educación porque como  Carneiro reflexiona  “al final, educamos a las personas con el objeto de hacerlas más felices, de ayudarlas a saborear la magia de la vida, de llevarlas a descubrir también el tesoro que existe en el misterio de todas las otras personas que están al alcance de un abrazo, y que no hay camino de educación sin correlativa humanización.” (p.20)
               Finalmente a manera de recapitulación podemos concluir diciendo que si bien las ticc son capaces de potenciar el aprendizaje desde una postura construccionista, también es cierto que para evitar los aspectos desventajosos que también pudieran ocasionar, es indispensable la intervención pedagógica.

 
REFERENCIAS

 
Aparici, R. (2010) Conectados en el ciberespacio. Primera Edición. Uned. Madrid. Disponible en línea: http://books.google.com.mx/books?hl=es&lr=&id=JCB0jleuU_oC&oi=fnd&pg=PA77&dq=teor%C3%ADas+ambientalistas+del+aprendizaje&ots=rhKC1tAGPF&sig=3lG3eshsppyaSKWCfJ-PKqI4rIE#v=onepage&q=teor%C3%ADas%20ambientalistas%20del%20aprendizaje&f=false

 
Carneiro, R.Las TIC y los nuevos paradigmas educativos: la transformación de la escuela en una sociedad que se transforma. Madrid. Fundación Santillana. Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI). Disponible en línea: http://www.iec.org.pe/pdf/cambio_educativo.pdf#page=14

Cuevas, Y. (2011) La pedagogía por competencias y la reforma integral de la educación básica: las contradicciones del plan educativo y programa de estudio. En: Gordillo Elba Esther y Felipe Calderón. (2011). El secuestro de la educación, el sexenio educativo. México; UPN.

Pérez, A. (2004) La cultura escolar en la sociedad neoliberal. Editorial Morata. España.

Prensky, M. (2010) Nativos e Inmigrantes Digitales. Distribuidora SEK, S.A. Disponible en línea: http://aulavirtual.catedra.com.co:8081/mnt/apache/editordata/editordatamintic/image/cibercuidado/NATIVOSEINMIGRANTEDIGITALES.pdf

 

Moura de C. (1998) La educación en la era de la información: promesas y frustraciones., ISBN 1-886938-48-2 ,Disponible en línea: http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1252951

 

Vicario, C. (2005). El nacimiento de una nueva. Extraído de: La informática educativa frente al tercer milenio. Tesis de maestría, unam.

 
Vicario, C. (2012) Construccionismo: referente sociotecnopedagógico para la era digital. Disponible en línea: http://www.cop-exico.com.mx/blog/wp-ontent/uploads/2012/09/Construccionismo.pdf




[1] En su trabajo, Vicario (2012) indica que para Toffler la primera ola inicia con la revolución agrícola, la segunda ola con la revolución industrial y la tercera ola con la informática.
[2] Extraído del artículo de Jaime Olmedo Ramos del Instituto de Cervantes, titulado Lengua, cultura y escritura en la sociedad virtual: Tres décadas de red-acción (1971-2001)*  disponible en línea: http://pendientedemigracion.ucm.es/info/circulo/no8/olmedo.htm
[3] En honor al filósofo de neozelandés James Flynn, quien con sus exploraciones logró demostrar en los años setentas del siglo pasado entre la sociedad norteamericana, que independientemente de las diferencias genéticas la población había incrementado su coeficiente intelectual.

Philippe Meirieu: "La escuela ya no se ve como una institución capaz de reencarnar el bien común"

Por Luciana Vázquez  |  LA NACION
Para el renombrado pedagogo francés, una real educación inclusiva tiene en cuenta las diferencias individuales, y a la vez construye un sentido de ciudadanía

La crisis de la escuela es sobre todo una crisis de confianza en una institución que ya no acompaña aquello que buscamos para nuestros hijos", afirma. "No se trata de meter a todo el mundo en la misma horma y constatar simplemente quiénes tienen éxito y quiénes fracasan", aclara. "Una escuela inclusiva que no retiene la confianza de los padres augura su propio rechazo", confirma. "Si la escuela inclusiva es mediocre, va a generar esa periferia, esa multitud de escuelas que se presentan como escuelas de excelencia", sostiene.
Las definiciones se escuchan en francés. Las enuncia uno de los pedagogos y filósofos más respetados de la actualidad, el francés Philippe Meirieu. Su nombre resuena en el mundo académico tanto como en la esfera política: Meirieu ha estado al frente de algunas de las reformas clave de la escuela en Francia.
Lleva una vida pensando sobre la educación. Fue maestro. Profesor de secundaria. Formador de docentes. Y hoy enseña en la universidad francesa. Tiene una veintena de libros publicados.  Frankenstein pedagogo,  Carta a un joven profesor  y  Por qué enseñar hoy  son de sus títulos más recorridos.
Fiel al estilo de sus textos, en la conversación se saltea todos los datos duros y va al meollo, a la esencia casi inasible de la educación, ese proceso delicado y siempre en riesgo. Lo capta como pocos. Habla con total rigor sobre la escuela, pero sin ningún interés en estadísticas, evaluaciones, rankings, porcentajes. Aire fresco.
Llegó a Buenos Aires invitado por el Área de Educación de Flacso, entre otros, para exponer sus ideas pedagógicas. Fue la semana pasada. Antes de su conferencia conversó con LA NACION.
-Vayamos directo al punto: hay un lugar común hoy que dice que la educación y la escuela están en crisis. ¿Cuál es su perspectiva?
-Lo más característico de esto que llamamos la crisis de la educación es la emergencia de una sociedad democrática, de una pluralidad de valores y de estrategias individuales familiares que contradicen las instituciones colectivas. La carrera del niño en la instancia escolar es dirigida directamente por la familia, en base a la trayectoria individual soñada. Por otro lado, la aceleración en la renovación del conocimiento desestabiliza muchísimo los fundamentos tradicionales de la educación. Es muy difícil saber qué enseñar a los chicos hoy cuando el conocimiento humano se duplica cada dos o tres meses, mientras que en el debut del siglo XX se duplicaba cada 30 años. Pero hay que distinguir entre lo que se llama una crisis de la educación y una crisis de la escuela.
-¿En qué sentido son distintas?
-La crisis de la educación es la dificultad para encontrar valores comunes sobre los que se conciben las perspectivas y los límites que le pondremos al niño. La crisis de la escuela es la decadencia de una institución que viene perdiendo gradualmente la confianza de la familia en términos colectivos. Antes, ingresar en la escuela era como subirse a un avión: uno se ponía en manos del maestro, es decir, del piloto. En cambio, hoy los padres nos metemos en la cabina y exigimos. La institución escolar ya no se ve como una institución capaz de reencarnar el bien común. La crisis de la escuela es sobre todo una crisis de confianza en una institución que ya no acompaña aquello que buscamos para nuestros hijos.
-En la Argentina, el objetivo prioritario del sistema educativo hoy es la inclusión: el aumento del acceso a la escolarización. ¿Es suficiente como objetivo?
-La escuela inclusiva es una idea necesaria a la democracia. Pero es un proyecto difícil porque contradice la tradición de la institución escolar, que es una tradición de selección. La idea de una escuela inclusiva es una escuela que tiene en cuenta las diferencias individuales y le aporta a cada uno lo que necesita. Integra alumnos a pesar de la dificultad personal, psicológica, social, que pueden tener por los accidentes de la vida y compensa esta dificultad con un acompañamiento personal.
-Pero esta personalización, al menos en nuestro sistema, no se da.
-Si eso no existe, es cierto que es difícil concebir una escuela inclusiva. Cada alumno debe ser tratado teniendo en cuenta la diferencia y al mismo tiempo, debe ser incluido colectivamente dentro de una perspectiva global en pos de integrar a los alumnos, de participar en grupos estructurados. La escuela inclusiva supone articular dos derechos educativos fundamentales: el derecho a la diferencia y el derecho a la igualdad. El derecho a la diferencia es el derecho a ser tratado según la especificidad y el derecho a la igualdad, el derecho de participar en lo colectivo. No se trata de meter a todo el mundo en la misma horma y constatar simplemente quiénes tienen éxito y quiénes fracasan. En ese caso, la inclusión será extremadamente perversa porque legitimará el fracaso. Una escuela inclusiva que no acompaña a los alumnos corre el riesgo de producir resentimiento social porque la idea implícita es que te dieron la chance y no la tomaste. Al mismo tiempo, la escuela inclusiva tiene como objetivo que todo el mundo acceda a un nivel de saber que le permita ejercer su ciudadanía.
-Es decir que una educación inclusiva implica también que todos esos ingresantes salgan exitosamente del sistema en tiempo y forma. Uno de sus conceptos es que no alcanza con la democratización del acceso, sino que es necesaria la democratización del éxito.
-Es fundamental que todos los países que abrazan la escuela inclusiva no sólo democraticen el acceso sino también el éxito, es decir, el egreso en las mejores condiciones para todos. Eso no quiere decirque todos los alumnos sean tratados igualmente, sino que sean acompañados en su desigualdad.
-¿Qué lugar encuentra el mérito del alumno en esta concepción?
-El mérito reside en su trabajo y, en la medida en que trabaje, es reconocido.
-¿Y el mérito en el sentido tradicional, que identifica aquel al que le va bien con aquel que tiene mayor mérito?
-La escuela tradicional, la francesa por ejemplo, es una escuela que tiende a reemplazar la transmisión de la desigualdad de privilegios por el mérito de cada uno. Allí donde la sociedad tradicional pensaba que eran los herederos los que tendrían éxito, en la escuela republicana el éxito es para los alumnos que trabajan. Pero hace ya más de cincuenta años que la sociología crítica demostró que esto no es más que una ilusión, que el mérito es una manera de la sociedad de disfrazar las desigualdades sociales. El problema número uno de una institución escolar es crear, cuando sea necesario, las condiciones -materiales, intelectuales, pedagógicas- para que el alumno trabaje. Nadie puede reemplazar al alumno en su trabajo. Cada alumno es incentivado para dar lo mejor de sí mismo, pero no todos lo van a hacer.
-¿Alcanza con las instituciones escolares para operar a favor del trabajo del alumno? Pienso en un alumno vulnerable con problemas materiales, que come mal. La escuela difícilmente pueda suplir todas estos déficits.
-La escuela puede reaccionar de distintas maneras frente al alumno que no trabaja: por la exclusión, por la sanción, por el aumento de la presión o tratando de entender por qué el alumno no trabaja y luego crear las condiciones para que finalmente lo haga. Eso es la escuela inclusiva. Los chicos logran focalizarse en muchísimas tareas. La verdadera cuestión, una cuestión pedagógica, es qué es lo que hace que el trabajo escolar no sea atractivo para los niños. Yo creo que hay una suerte de devaluación del esfuerzo de pensar. Para el niño y el adolescente, el acceso al pensamiento es una ocasión de sufrimiento. La cuestión clave es rehabilitar el placer de aprender, es decir, permitir al niño que comprenda que puede encontrar un verdadero placer en el trabajo intelectual y escolar. El trabajo escolar debe ser presentado como una ocasión de enriquecimiento, de búsqueda personal y no simplemente como una sucesión de pruebas técnicas que debe enfrentar para seguir una carrera que le permita acceder al diploma.
-¿Nos tenemos que olvidar de que en un aula hay mejores estudiantes que otros, que hay mejores y peores?
-Siempre hay alumnos que trabajan más y alumnos que trabajan menos, algunos tienen éxito en una materia, otros en otra; unos que tienen éxito con ciertos métodos, otros con otros. La cuestión del éxito no se puede tratar de manera global. En el éxito escolar hay evidentemente algo de esfuerzo personal, pero también está la responsabilidad del educador y del adulto, que debe inspirar confianza en el alumno para que éste se sienta capaz de aprender. Esta representación de alumnos buenos y malos.
-Al menos los padres queremos que nuestros hijos sean buenos estudiantes.
-Sí, y tienen razón. Pero en la representación de los padres, el buen resultado de ciertos alumnos implica que otros alumnos tengan peores resultados. La primera pregunta que todos los padres les hacemos a nuestros hijos es: "¿Qué nota te sacaste?". Y la segunda es: "¿Y tus compañeros, qué notas?" Si los otros también tuvieron buenas notas, los padres empiezan a sospechar de la institución escolar, de la demagogia del maestro, porque en la representación de la institución escolar de antes de la democratización, una escuela tiene valor cuando existen resultados negativos. En realidad no es necesario el fracaso de unos para justificar el éxito de otros. No es una cuestión de que unos tengan el mérito de tener éxito. Todos pueden tener éxito. Nadie está condenado.
-Sin embargo, hay algunos alumnos con mejor performance que otros.
-El objetivo de la escuela inclusiva es que todos los alumnos tengan éxito, es decir que todos accedan a una forma de excelencia, que no será la misma para todos los alumnos. La cuestión es que se acceda a una forma de excelencia en torno a cierta cantidad de saberes fundamentales que suponen el ejercicio de la ciudadanía.
-La idea es que todos alcancen un piso importante de saberes, aptitudes y valores y pueda haber alumnos mejores en un área u otra.
-Sí, porque el principio de la escuela inclusiva en la sociedad democrática es que hay un saber básico que supone adquirir el conocimiento, que implica el conocimiento, el comportamiento y los valores, y que este conocimiento de base debe ser compartido. Y en ese sentido es necesario que haya una relativa diferenciación en los modos de acceder a este saber. Pero lo importante es que no es necesario practicar una suerte de nivelación por debajo. Se trata de garantizar que cada uno interiorice cierto número de principios que son estructurantes del acceso al pensamiento, o al acceso de bases democráticas y que pueda concretarlos a través de intercambios de conocimiento particular en el ejercicio profesional.
-¿Esto es la llamada "pedagogía diferenciada" que está en la base de su trabajo?
-Sí. Pero creo que la individualización debe ser compensada por la construcción de lo colectivo. La escuela también es el aprendizaje y construcción de lo colectivo, y tiene que imaginar los rituales, las actividades, los encuentros, de imaginar el tipo de colaboración.
-Detrás de todas estas ideas, está una noción clave de "educabilidad", de que toda persona puede aprender, que usted ha desarrollado.
-Toda persona, incluso las más accidentadas en su vida, aquellas cuyo cerebro ha dejado de funcionar en parte, puede aprender. La pedagogía ha progresado y cada vez que los pedagogos tratan a esos otros que son reputados como ineducables, es necesario inventar un método que termina beneficiando a todos, incluso a los fácilmente educables. Ésa es la razón por la cual democracia debe apostar a la educación de los ineducables: los padres no deben creer que eso se hará en detrimento de sus hijos porque es exactamente al revés. Por eso una democracia que consagra recursos para el éxito de los menos favorecidos no lo hace en detrimento del otro.
-Un sistema educativo inclusivo, ¿puede contener escuelas secundarias con sistemas de ingreso con cupo y examen?
-En la escuela inclusiva no hay que tener una condición previa, precisamente porque su principio dice que toda dificultad va a beneficiar a todos.
-Hay una polémica aquí que alcanza a escuelas secundarias públicas con examen de ingreso. ¿Es contradictoria esa selección con un sistema inclusivo?
-Si la escuela inclusiva tiene excelencia, todos los alumnos la tienen. Si la escuela inclusiva es mediocre, va a generar esa periferia, esa multitud de escuelas que se presentan como escuelas de excelencia.
-¿Pero no sería un sistema más respetuoso de la libertad individual aquel sistema que pueda aceptar escuelas de excelencia con examen?
-Primero, no culpemos a los padres por poner a los niños en escuelas que creen de excelencia. El problema es otro: que esta escuela inclusiva no esté nivelando por debajo en su intento por aceptar a todos. Una escuela inclusiva que no retiene la confianza de los padres augura su propio rechazo. Se vuelve incapaz de atraer a los alumnos. Es evidente que si la escuela inclusiva implica un porcentaje demasiado importante de alumnos con muchas dificultades.
-Como sucede en la Argentina con la escuela pública, inclusiva.
-Una cuestión central para la escuela inclusiva es el equilibrio en relación a la cantidad de alumnos con grandes dificultades, porque si el porcentaje es muy alto, nos arriesgamos a tener una escuela extremadamente problemática. La escuela pública inclusiva tiene la obligación de ser equilibrada. Si la escuela inclusiva es la escuela para los pobres, apartada de las buenas escuelas que son selectivas, quiere decir entonces la democracia y el sistema educativo fallaron..

sábado, 30 de noviembre de 2013

domingo, 3 de noviembre de 2013

sábado, 2 de noviembre de 2013

La escuela. como espacio de mediación cultural

Ricardo Ojeda Leos

          La cultura fue definida en un principio por  Edward B. Tylor y la definió como “aquel todo complejo que incluye conocimientos, creencias, arte, leyes, moral, costumbres y cualquier otra capacidad y hábitos adquiridos por el hombre en cuanto miembro de una sociedad”.
          La UNESCO también se ha pronunciado indicando que  “la cultura es el conjunto de conocimientos y de valores que no es objeto de ninguna enseñanza específica y que, sin embargo, todos los miembros de una comunidad conocen”

           Esto es, “la cultura aparece como el contexto simbólico que rodea de manera permanente y de forma más o menos perceptible, el crecimiento y desarrollo de los individuos y de los grupos humanos” (Pérez, 2004, p. 3)
          De tal manera que como lo indica Finkielkraut (1990) podemos vislumbrar en cada una de las definiciones de cultura un componente popular y tradicional, es decir, hallamos en la cultura el espíritu popular del que se emerge y que está impregnado en todos las representaciones de la cotidianidad, pero  este concepto de cultura popular se complica ante el desarrollo insospechado y la influencia de los medios de comunicación en los contextos económicos, políticos y tecnológicos.

           Es tal esta influencia externa, que en la introducción de su texto, Peréz (2004) nos hace percatarnos que la herencia social es cada vez menos determinada por la cultura local y crecientemente influenciada por los medios telemáticos. Que si bien en este sentido se ha ensanchado y ampliado el horizonte cultural también en la misma proporción se ha menoscabado la seguridad que otorgaba el arraigo de la cultura local.
          En este contexto, explica Pérez (2004) que el reemplazo del concepto clásico de clase social por el de formación cultural se debe a que éste último evita la interpretación mecanicista en las relaciones entre las condiciones económicas y las elaboraciones simbólicas de los grupos humanos más no porque las diferencias sociales y económicas, así como condiciones de injusticia hayan dejado de existir.

          En el mismo texto, haciendo referencia a Geertz (1993) se destacan las relaciones de interdependencia y autonomía entre la cultura y la estructura social, considerando a la cultura como la trama de significados mediante la cual se interpreta experiencia y guía la acción, y la estructura social como la forma que toma esa acción, es decir, como una red de relaciones sociales, que son configuradas tanto por aspectos económicos y políticos como por las acciones subjetivas individuales y de grupo. Asimismo y en ese sentido este autor afirma que: “el hombre es un animal suspendido en redes de significados que él mismo ha contribuido a tejer”.
          Más adelante Pérez (2004) afina su concepto de cultura y la define con base a la complejidad de sus componentes “como el conjunto de significados, expectativas y comportamientos compartidos por un determinado grupo social, que facilitan y ordenan, limitan y potencian, los intercambios sociales, las producciones simbólicas y materiales y las realizaciones individuales y colectivas dentro de un marco espacial y temporal determinado”.(p. 5)

          Finalmente, Peréz, Gómez (2004) señala como en la escuela, es decir, en la institución más preciada que tiene la sociedad, converge una convivencia multicultural en forma de una compleja red simbólica y material, de valores, sentimientos, costumbres, rituales, instituciones y objetos, todo ello matizado con la influencia abrumadora de la tecnología y los medios de comunicación, es decir, confluyen en el espacio escolar, la cultura científica, que se ve proyectada precisamente por las disciplinas científicas, artísticas y filosóficas propias de los planes y programas de estudio; la cultura académica, dada por las acciones que le dan concreción al curriculum operativo;  la cultura social representada en la influencia que se ejerce a través de los valores hegemónicos que suceden en el entorno social; la cultura institucional, a través de las actividades y los rituales propios de la actividad escolar; y la cultura experiencial de los alumnos, propiciada por la interacción de éstos con el entorno.
Desde esta perspectiva, tiene sentido reconocer a la institución escolar y el sistema educativo en su conjunto como el espacio de mediación cultural más importante que tiene la sociedad, sin embargo, esta consideración es posible cuando se cuestiona el mismo sentido de la escuela, su función social y la naturaleza del quehacer educativo.

 
 REFERENCIASl
Pérez, G. (2004) La Cultura escolar en la sociedad neoliberal. 4ª Ed. Madrid: Ed. Morata.

Sacristán G. (1996) Comprender y Transformar la Enseñanza.

Mentes brillantes "los secretos del cosmos". Documental

Vargas Llosa vs dictaduras latinoamericanas

martes, 29 de octubre de 2013

sábado, 26 de octubre de 2013

viernes, 25 de octubre de 2013

martes, 22 de octubre de 2013

Una nueva cultura profesional del profesorado. Problemáticas y desafíos.

Ricardo Ojeda Leos

          Debemos partir en este análisis por esclarecer que no existe una cultura única, sino una gran variedad de culturas, tantas como civilizaciones se han desarrollado, por lo tanto, al hablar de una cultura profesional del profesorado estaremos haciendo un gran esfuerzo por rescatar los rasgos culturales generales profesionales de los profesores y de los retos que enfrentan ante un escenario de globalización y de presión social y de intereses políticos y económicos, de tal suerte que “La cultura aparece como el contexto simbólico que rodea de manera permanente y de forma más o menos perceptible, el crecimiento y desarrollo de los individuos y de los grupos humanos” (Pérez, 2004, p. 2).

           Desde este contexto sí es posible intentar analizar las problemáticas que comparte el profesorado de manera general pero sobre todo nos enfocaremos en este breve análisis al profesorado mexicano de educación básica, a ese conglomerado de profesionales de la educación con disímiles orígenes tanto socioeconómicos como de formación, pues no debemos olvidar que en los últimos años el normalismo mexicano ha ido cediendo su privilegiado lugar que tenía en la formación de los profesores a otras opciones educativas como las universidades y en particular referencia a la Universidad Pedagógica Nacional,  la cual ha insertado una gran cantidad de licenciados en educación al mundo magisterial, es decir, el colectivo del profesorado no es una masa uniforme de sujetos que comparten una única formación y con ello una visión de la educación, se trata de un conjunto de profesionales con historias académicas e intereses distintos.

           Al final retomaremos el contexto que aquí describimos, mientras tanto es importante resaltar que el diccionario de la Real Academia Española (Vigésima segunda edición) en las definiciones que da sobre el vocablo formación, alude sobre todo a aspectos de orden y no hacen referencia directa  a la acción que queremos definir, sin embargo, existe en línea, abundante y diversa literatura con relación la formación de los profesores, en referencia se pueden encontrar diversas teorías de la formación, algunas que la abordan con respecto a la intencionalidad e impacto que produce, otras la relacionan directamente a los contenidos, mientras otras tantas las retoman como respuesta de lo que la sociedad demanda. Para este análisis el referente principal es la obra de Imbernom (1994), quién le ha dedicado mucho tiempo al tema de la formación y desarrollo del profesorado. Para quién la formación:
 
 …significa dar forma a alguna cosa que implica, en contraposición a adiestrar, introducir un componente artístico, cultural e intencional a la acción…Se trata de ver la formación como un aprendizaje constante, acercando ésta al desarrollo de actividades profesionales y a la práctica profesional y desde ella  (p.6)

            Esta definición sobre la formación del profesorado que introduce entre otros aspectos, el componente de la intencionalidad, supera la siguiente definición citada por Imbernom (1994) que dictaba la UNESCO ya en 1975:


…proceso dirigido a la revisión y renovación de conocimientos, actitudes y habilidades previamente adquiridas, determinado por la necesidad de actualizar los conocimientos como consecuencia de los cambios y avances de la tecnología y de las ciencias (p.4)

          Concepción que se halla situada, en una racionalidad técnica, de acuerdo a la clasificación de las orientaciones conceptuales que existen con referencia a la formación del profesorado, según Imbernom (1994)
          Actualmente para la propia UNESCO “La calidad de los docentes y su capacitación profesional permanente siguen siendo fundamentales para lograr la educación de calidad”. Es decir, hallamos que para la UNESCO, organización que tiene un alto impacto en las políticas educativas de sus países miembros, la orientación conceptual sobre la formación de los profesores sigue siendo la misma a casi cuatro décadas de distancia.

          Para comprender mejor a que refiere la racionalidad técnica que hemos señalado, de acuerdo a Imbernom (1994), se trata de una orientación conceptual basada en el esencialismo, que prioriza la técnica y la formación científica con un menoscabo evidente del ámbito humanístico y artístico. Esta orientación surge en la década de los 70s y 80s auspiciada por el conductismo, y tal como acabamos de constatar, aún conserva mucha influencia en el ámbito académico y cuenta con un amplio respaldo social. Se trata de una formación de carácter instrumental, que atiende sobre todo a las demandas inmediatas del mercado que a las necesidades de una cultura más completa, global e integral. Es decir, se nutre de una mentalidad pragmática y obedece al creciente interés de los grupos internacionales de presión económicos, asimismo establece una lógica instrumental simple y cómoda para el proceso formativo basada en libros de texto y pruebas estandarizadas.

           Esto es, la racionalidad técnica es una orientación que no nos es ajena y si bastante familiar en estos tiempos de conflictos sobre concepciones educativas de esta naturaleza por las que atravesamos los maestros mexicanos, principalmente los del nivel de educación básica en relación a los recientes cambios que se están sucediendo por motivos de la mal llamada reforma educativa la cual,  a pesar de asemejarse más a una reforma laboral, permite entrever con claridad la racionalidad técnica que le subyace, y donde las voces de los grupos de presión económicos se han dejado sentir de manera artera en el manejo unidireccional que se hace de la información en los medios de comunicación, los cuales siguen teniendo un alto impacto en  la opinión de los ciudadanos, alejando de esta manera el debate que debería existir al respecto, entre gobierno, sociedad y maestros, y que al menos la propia reforma del artículo tercero constitucional lo considera en su fracción III al establecer que:

…el Ejecutivo Federal considerará la opinión de los gobiernos de los Estados y del Distrito Federal, así como de los diversos sectores sociales involucrados en la educación, los maestros y los padres de familia en los términos que la ley señale[1]
          Es decir, la aplicación unilateral de esta reforma educativa que se está llevando a cabo bajo una orientación con una racionalidad eminentemente técnica, sin darse cuenta de ello otra una buena parte de nuestra sociedad que ha sido imbuida a pensar en esa misma lógica, conduce poco a poco al precipicio a la educación pública, y con ello a la herramienta más importante de movilidad social. Se está gestando en este sentido un atentado a las raíces históricas de la educación pública. Detrás de la reforma, que como dijimos es más bien laboral, subyace una visión mercantil de la educación tal como lo señala César Navarro[2] quien también advierte que “cuando el magisterio alerta sobre la privatización de la escuela pública, no se trata de su desincorporación del Estado, sino de una profunda transformación que se pretende imponer a su modelo de gestión, organización y en sus esquemas”.

          No se está hablando de una privatización como tal en el sentido literal del constructo, en donde el Estado se desatiende de la misma, se habla de una privatización en la forma de concebir la organización y los resultados que debe arrojar la actividad educativa.
         Más adelante Cesar Navarro concluye:

No se trata de tener una visión catastrófica, pero es innegable que el modelo privatizador de la escuela mexicana ha ido avanzando, y estamos ante el riesgo de perder el sentido colectivo y libertario de la educación[3]

          Aseveración con la cual coincidimos y ante la cual consideramos que debe haber una respuesta que contrarreste esta dirección que se le pretende dar a la actividad educativa, pero muy difícilmente será dada por la sociedad o por alguna vía institucional, debido al manejo contumaz mediático con el cual se ha blindado a la llamada reforma educativa.

          Asimismo, es necesario retomar que en contraste a una racionalidad técnica de la formación, hallamos en la literatura otras orientaciones críticas y alternativas como las de Anzaldúa (1996) y Honore (1980) entre otros;  para este análisis tomaremos la que nos presenta Imbernom (1994) en su definición al inicio de este trabajo y para quien el profesorado debe constituirse en un agente de cambio de su propia práctica en el aspecto individual como colectivo en el sentido de que hoy “si bien es importante saber qué hay que hacer y cómo, también lo es saber por qué y para qué hay que hacerlo”. (p. 26)
          Esta orientación de la formación le otorga identidad y característica de sujeto de la actividad educativa al profesor  y le devuelve el rol protagónico que la racionalidad técnica le arrebata.

          De tal manera que reencauzándonos en la citada “reforma educativa” que estamos analizando, ésta indica también:

El uso de la evaluación del desempeño docente para dar mayor pertinencia y capacidades al sistema nacional de formación, actualización, capacitación y superación profesional para maestros, en el marco de la creación de un servicio profesional docente. La evaluación de los maestros debe tener, como primer propósito, el que ellos y el sistema educativo cuenten con referentes bien fundamentados para la reflexión y el diálogo conducentes a una mejor práctica profesional…[4]

           En lo que respecta al punto de la evaluación, en la frase que dicta que ésta debe propiciar la reflexión y el “diálogo conducentes a una mejor práctica profesional” a la letra podemos rescatar algunos elementos de la definición de Imbernom (1994) en relación a la formación y con la cual podemos estar de acuerdo, sin embargo cuando se dice que se trata tan sólo “como primer propósito”, empieza a aparecer la mano que esconde la piedra, misma que es arrojada en la  misma fracción III del Artículo tercero de esta reforma, cuando establece:

...La ley reglamentaria fijará los criterios, los términos y condiciones de la evaluación obligatoria para el ingreso, la promoción, el reconocimiento y la permanencia en el servicio profesional con pleno respeto a los derechos constitucionales de los trabajadores de la educación…

           Es decir, en el condicionamiento que se establece con la palabra “permanencia” con la cual se pervierte el sentido de una evaluación formativa al profesorado y donde encontramos un argumento del por qué establecemos que más bien debiera denominarse reforma laboral.

           Por otra parte en el tema del desarrollo profesional observamos que la “reforma educativa”  también menciona, sin definirlo, la creación de un servicio profesional docente[5], y habrá que esperar en la ley reglamentaria su concepción, pero el panorama no parece ser muy alentador y creemos que esta profesionalización a la que refiere la reforma no distará de lo que Hoyle (1974) denomina profesionalidad restringida, de acuerdo al seguimiento que hace de éste Imbernom (1994), es decir en donde a diferencia de una profesionalidad desarrollada, no existe una derivación de las destrezas profesionales de la interacción entre teoría y práctica, siendo auspiciadas éstas tan sólo por la práctica; donde el desarrollo profesional se vive aislado en lugar de enfrentarse colaborativamente; donde las perspectivas se encuentran limitadas a lo inmediato en contraposición a una visión de amplio contexto; donde se abusa de metodología introspectiva en lugar de utilizar la comparación y la contrastación y;  donde entre otros aspectos más, se recurre solo a los cursos de formación de carácter práctico en lugar de otras actividades y cursos de naturaleza teórica.

           Por lo tanto no puede desvincularse la formación y el desarrollo profesional, ambos aspectos en su interacción dialéctica van conformando lo que se puede denominar como cultura del profesorado, de tal manera que una formación dentro de una racionalidad técnica es muy propensa a caminar hacia una profesionalidad restringida, mientras que una formación centrada en una orientación crítica muy posiblemente propiciara una profesionalidad desarrollada y viceversa para ambos ejemplos.

           Por esta razón, Imbernom (1994) menciona que tenemos ante nosotros la exigencia de retomar el análisis de los conceptos de educación, formación y profesión;  análisis de los cambios sociales y de las necesidades futuras; análisis de la situación actual de las instituciones de formación, tanto inicial como permanente; análisis de la situación actual de la enseñanza; análisis de la situación actual de la profesión docente y de su cultura profesional desde el punto de vista del colectivo profesional y desde la administración educativa; y redefinir las funciones y responsabilidades del profesorado respeto a la reconsideración de su trabajo profesional.

           Se requiere en síntesis, propiciar un profesorado reflexivo y crítico, en la idea que ya establecía Dewey (1989) sobre la “acción reflexiva” quien mencionaba las diferencias entre la acción de rutina, basada en la tradición y la autoridad externa, y la acción reflexiva como una consideración activa, persistente y consciente de  las consecuencias que produce. En tal sentido que los  docentes que adoptan el primer tipo de acción en la práctica educativa, obedecen a parámetros preestablecidos que no se cuestionan. Pero los docentes que asumen la acción reflexiva, comprenden la naturaleza dinámica de la educación y los modos en que ésta se asume en cada contexto en que ésta se da, a la par que enfrentan los problemas educativos buscando soluciones y emprendiendo acciones para poder resolverlos.

           Más no basta, como lo establece Imbernom (10094) un profesional exclusivamente reflexivo, sino hace falta también que el profesional de la educación sea crítico, “ya que existe el peligro de realizar únicamente una reflexión técnica y práctica descontextualizada, sin connotaciones éticas ni ideológicas”. (p. 55) Es decir,  el profesorado como profesional de la enseñanza, debe imbuirse en un estado permanente de reflexión y crítica cuestionando constructivamente el significado de su práctica profesional, condición que en palabras del propio Imbernom (1994) lo conlleva a traspasar las paredes del aula y del centro.

           A manera de recapitulación, con base a lo que hemos expuesto en términos generales, podemos establecer que el principal problema que enfrenta el profesorado, sobre todo el de educación básica, en nuestro país, se materializa en estos momentos en la multimencionada “reforma educativa” que vulnera condiciones  históricas libertarias y laborales de los mentores y en la cual se condensan parte de las tendencias globales de los grandes intereses económicos y políticos. Como advertimos, se pervierten conceptos educativos como el de la evaluación, que debiera considerarse en el sentido formativo pero se aplica con espíritu punitivo, y en ello podemos entrever una tendencia conceptual dentro de lo que se conoce como racionalidad técnica cuando se habla de formación, en contraste a una formación crítica, lo cual desencadena el desarrollo de una profesionalidad restringida. Es decir la problemática trastoca el tema de la formación y del desarrollo profesional como aspectos indisolubles que conforman la cultura del profesorado.

          El desafío consiste por lo tanto, en encontrar los caminos, mismos que se vislumbran bastante sinuosos, para que el conglomerado magisterial, no sólo con formaciones profesionales asimétricas como lo describimos al inicio, sino también en condiciones laborales e intereses asimétricos a lo largo y ancho de la geografía mexicana, pueda amalgamar experiencia y conocimiento, y hallar las estrategias que permitan revertir un proceso de formación que pretende despojarle de la condición que le debe ser natural a la docencia, la reflexión contextualizada sobre su práctica profesional para mejorarla.


[1] Fracción III del Art. 3°  del decreto por el que se reforman los artículos 3o. en sus fracciones III, VII y VIII; y 73, fracción XXV, y se adiciona un párrafo tercero, un inciso d) al párrafo segundo de la fracción II y una fracción IX al artículo 3o. de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
[2] Especialista en la materia e investigador del Instituto José María Luis Mora y de la Universidad Pedagógica Nacional en entrevista con el Diario la Jornada el día 7 de abril de 2013
[3] Entrevista con el Diario la Jornada el día 7 de abril de 2013
[4] Fracción II del Artículo Quinto transitorio del decreto por el que se reforman los artículos 3o. en sus fracciones III, VII y VIII; y 73, fracción XXV, y se adiciona un párrafo tercero, un inciso d) al párrafo segundo de la fracción II y una fracción IX al artículo 3o. de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
[5] Fracción II del Artículo Quinto transitorio de la “Reforma Educativa”



REFERENCIAS

Chadwick, C. (2012) Evaluación Formativa para el Docente. Barcelona: Paidós

Dewey, J. (1989). Cómo pensamos. Cognición y desarrollo humano. Barcelona, España: Paidós.

Imbernom, F.(1994) La formación y el desarrollo profesional del profesorado. Hacia una nueva cultura profesional. 8ª Ed. Barcelona: Ed. Graó

Stenhouse, J. (1997). Investigación y desarrollo del currículum. (4ta ed.). Madrid: Morata

Perez, G. (2004) La cultura escolar en la sociedad neoliberal. 4ª Ed. Madrid: Ediciones Morata.

Tallaferro, D. (2005) La formación para la práctica reflexiva en las prácticas profesionales docentes. Disponible en Línea: http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/20065/2/articulo8.pdf

Buscar este blog