sábado, 2 de noviembre de 2013

La escuela. como espacio de mediación cultural

Ricardo Ojeda Leos

          La cultura fue definida en un principio por  Edward B. Tylor y la definió como “aquel todo complejo que incluye conocimientos, creencias, arte, leyes, moral, costumbres y cualquier otra capacidad y hábitos adquiridos por el hombre en cuanto miembro de una sociedad”.
          La UNESCO también se ha pronunciado indicando que  “la cultura es el conjunto de conocimientos y de valores que no es objeto de ninguna enseñanza específica y que, sin embargo, todos los miembros de una comunidad conocen”

           Esto es, “la cultura aparece como el contexto simbólico que rodea de manera permanente y de forma más o menos perceptible, el crecimiento y desarrollo de los individuos y de los grupos humanos” (Pérez, 2004, p. 3)
          De tal manera que como lo indica Finkielkraut (1990) podemos vislumbrar en cada una de las definiciones de cultura un componente popular y tradicional, es decir, hallamos en la cultura el espíritu popular del que se emerge y que está impregnado en todos las representaciones de la cotidianidad, pero  este concepto de cultura popular se complica ante el desarrollo insospechado y la influencia de los medios de comunicación en los contextos económicos, políticos y tecnológicos.

           Es tal esta influencia externa, que en la introducción de su texto, Peréz (2004) nos hace percatarnos que la herencia social es cada vez menos determinada por la cultura local y crecientemente influenciada por los medios telemáticos. Que si bien en este sentido se ha ensanchado y ampliado el horizonte cultural también en la misma proporción se ha menoscabado la seguridad que otorgaba el arraigo de la cultura local.
          En este contexto, explica Pérez (2004) que el reemplazo del concepto clásico de clase social por el de formación cultural se debe a que éste último evita la interpretación mecanicista en las relaciones entre las condiciones económicas y las elaboraciones simbólicas de los grupos humanos más no porque las diferencias sociales y económicas, así como condiciones de injusticia hayan dejado de existir.

          En el mismo texto, haciendo referencia a Geertz (1993) se destacan las relaciones de interdependencia y autonomía entre la cultura y la estructura social, considerando a la cultura como la trama de significados mediante la cual se interpreta experiencia y guía la acción, y la estructura social como la forma que toma esa acción, es decir, como una red de relaciones sociales, que son configuradas tanto por aspectos económicos y políticos como por las acciones subjetivas individuales y de grupo. Asimismo y en ese sentido este autor afirma que: “el hombre es un animal suspendido en redes de significados que él mismo ha contribuido a tejer”.
          Más adelante Pérez (2004) afina su concepto de cultura y la define con base a la complejidad de sus componentes “como el conjunto de significados, expectativas y comportamientos compartidos por un determinado grupo social, que facilitan y ordenan, limitan y potencian, los intercambios sociales, las producciones simbólicas y materiales y las realizaciones individuales y colectivas dentro de un marco espacial y temporal determinado”.(p. 5)

          Finalmente, Peréz, Gómez (2004) señala como en la escuela, es decir, en la institución más preciada que tiene la sociedad, converge una convivencia multicultural en forma de una compleja red simbólica y material, de valores, sentimientos, costumbres, rituales, instituciones y objetos, todo ello matizado con la influencia abrumadora de la tecnología y los medios de comunicación, es decir, confluyen en el espacio escolar, la cultura científica, que se ve proyectada precisamente por las disciplinas científicas, artísticas y filosóficas propias de los planes y programas de estudio; la cultura académica, dada por las acciones que le dan concreción al curriculum operativo;  la cultura social representada en la influencia que se ejerce a través de los valores hegemónicos que suceden en el entorno social; la cultura institucional, a través de las actividades y los rituales propios de la actividad escolar; y la cultura experiencial de los alumnos, propiciada por la interacción de éstos con el entorno.
Desde esta perspectiva, tiene sentido reconocer a la institución escolar y el sistema educativo en su conjunto como el espacio de mediación cultural más importante que tiene la sociedad, sin embargo, esta consideración es posible cuando se cuestiona el mismo sentido de la escuela, su función social y la naturaleza del quehacer educativo.

 
 REFERENCIASl
Pérez, G. (2004) La Cultura escolar en la sociedad neoliberal. 4ª Ed. Madrid: Ed. Morata.

Sacristán G. (1996) Comprender y Transformar la Enseñanza.

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