Debemos partir en este análisis por
esclarecer que no existe una cultura única, sino una gran variedad de culturas,
tantas como civilizaciones se han desarrollado, por lo tanto, al hablar de una
cultura profesional del profesorado estaremos haciendo un gran esfuerzo por rescatar los rasgos
culturales generales profesionales de los profesores y de los retos que
enfrentan ante un escenario de globalización y de presión social y de intereses
políticos y económicos, de tal suerte que “La cultura aparece como el contexto
simbólico que rodea de manera permanente y de forma más o menos perceptible, el
crecimiento y desarrollo de los individuos y de los grupos humanos” (Pérez,
2004, p. 2).
Desde este contexto sí es posible
intentar analizar las problemáticas que comparte el profesorado de manera
general pero sobre todo nos enfocaremos en este breve análisis al profesorado mexicano
de educación básica, a ese conglomerado de profesionales de la educación con
disímiles orígenes tanto socioeconómicos como de formación, pues no debemos
olvidar que en los últimos años el normalismo mexicano ha ido cediendo su
privilegiado lugar que tenía en la formación de los profesores a otras opciones
educativas como las universidades y en particular referencia a la Universidad
Pedagógica Nacional, la cual ha
insertado una gran cantidad de licenciados en educación al mundo magisterial,
es decir, el colectivo del profesorado no es una masa uniforme de sujetos que
comparten una única formación y con ello una visión de la educación, se trata
de un conjunto de profesionales con historias académicas e intereses distintos.
Al final retomaremos el contexto que
aquí describimos, mientras tanto es importante resaltar que el diccionario de
la Real Academia Española (Vigésima segunda edición) en las definiciones que da
sobre el vocablo formación, alude
sobre todo a aspectos de orden y no hacen referencia directa a la acción que queremos definir, sin
embargo, existe en línea, abundante y diversa literatura con relación la
formación de los profesores, en referencia se pueden encontrar diversas teorías
de la formación, algunas que la abordan con respecto a la intencionalidad e
impacto que produce, otras la relacionan directamente a los contenidos, mientras
otras tantas las retoman como respuesta de lo que la sociedad demanda. Para este
análisis el referente principal es la obra de Imbernom (1994), quién le ha
dedicado mucho tiempo al tema de la formación y desarrollo del profesorado.
Para quién la formación:
…significa dar forma a alguna cosa que
implica, en contraposición a adiestrar, introducir un componente artístico,
cultural e intencional a la acción…Se trata de ver la formación como un
aprendizaje constante, acercando ésta al desarrollo de actividades
profesionales y a la práctica profesional y desde ella (p.6)
…proceso dirigido a
la revisión y renovación de conocimientos, actitudes y habilidades previamente
adquiridas, determinado por la necesidad de actualizar los conocimientos como
consecuencia de los cambios y avances de la tecnología y de las ciencias (p.4)
Concepción que se halla situada, en
una racionalidad técnica, de acuerdo a la clasificación de las orientaciones
conceptuales que existen con referencia a la formación del profesorado, según
Imbernom (1994)
Actualmente para la propia UNESCO “La
calidad de los docentes y su capacitación profesional permanente siguen siendo
fundamentales para lograr la educación de calidad”. Es decir, hallamos que para
la UNESCO, organización que tiene un alto impacto en las políticas educativas
de sus países miembros, la orientación conceptual sobre la formación de los
profesores sigue siendo la misma a casi cuatro décadas de distancia.
Para comprender mejor a que refiere la racionalidad técnica que hemos
señalado, de acuerdo a Imbernom (1994), se trata de una orientación conceptual
basada en el esencialismo, que prioriza la técnica y la formación científica
con un menoscabo evidente del ámbito humanístico y artístico. Esta orientación
surge en la década de los 70s y 80s auspiciada por el conductismo, y tal como
acabamos de constatar, aún conserva mucha influencia en el ámbito académico y
cuenta con un amplio respaldo social. Se trata de una formación de carácter instrumental,
que atiende sobre todo a las demandas inmediatas del mercado que a las
necesidades de una cultura más completa, global e integral. Es decir, se nutre
de una mentalidad pragmática y obedece al creciente interés de los grupos internacionales
de presión económicos, asimismo establece una lógica instrumental simple y
cómoda para el proceso formativo basada en libros de texto y pruebas
estandarizadas.
…el
Ejecutivo Federal considerará la opinión de los gobiernos de los Estados y del
Distrito Federal, así como de los diversos sectores sociales involucrados en la
educación, los maestros y los padres de familia en los términos que la ley
señale[1]
Es decir, la aplicación unilateral de
esta reforma educativa que se está
llevando a cabo bajo una orientación con una racionalidad eminentemente
técnica, sin darse cuenta de ello otra una buena parte de nuestra sociedad que
ha sido imbuida a pensar en esa misma lógica, conduce poco a poco al precipicio
a la educación pública, y con ello a la herramienta más importante de movilidad
social. Se está gestando en este sentido un atentado a las raíces históricas de
la educación pública. Detrás de la reforma, que como dijimos es más bien
laboral, subyace una visión mercantil de la educación tal como lo señala César
Navarro[2]
quien también advierte que “cuando el magisterio alerta sobre la privatización
de la escuela pública, no se trata de su desincorporación del Estado, sino de
una profunda transformación que se pretende imponer a su modelo de gestión,
organización y en sus esquemas”.
No se está hablando de una
privatización como tal en el sentido literal del constructo, en donde el Estado
se desatiende de la misma, se habla de una privatización en la forma de concebir
la organización y los resultados que debe arrojar la actividad educativa.
Más adelante Cesar Navarro concluye:
No
se trata de tener una visión catastrófica, pero es innegable que el modelo
privatizador de la escuela mexicana ha ido avanzando, y estamos ante el riesgo
de perder el sentido colectivo y libertario de la educación[3]
Aseveración con la cual coincidimos y
ante la cual consideramos que debe haber una respuesta que contrarreste esta
dirección que se le pretende dar a la actividad educativa, pero muy
difícilmente será dada por la sociedad o por alguna vía institucional, debido
al manejo contumaz mediático con el cual se ha blindado a la llamada reforma educativa.
Asimismo, es
necesario retomar que en contraste a una racionalidad
técnica de la formación, hallamos en la literatura otras orientaciones
críticas y alternativas como las de Anzaldúa (1996) y Honore (1980) entre
otros; para este análisis tomaremos la
que nos presenta Imbernom (1994) en su definición al inicio de este trabajo y
para quien el profesorado debe constituirse en un agente de cambio de su propia
práctica en el aspecto individual como colectivo en el sentido de que hoy “si
bien es importante saber qué hay que hacer y cómo, también lo es saber por qué
y para qué hay que hacerlo”. (p. 26)
Esta orientación de
la formación le otorga identidad y característica de sujeto de la actividad
educativa al profesor y le devuelve el
rol protagónico que la racionalidad
técnica le arrebata.
De tal manera que reencauzándonos en la
citada “reforma educativa” que
estamos analizando, ésta indica también:
El uso de la
evaluación del desempeño docente para dar mayor pertinencia y capacidades al
sistema nacional de formación, actualización, capacitación y superación
profesional para maestros, en el marco de la creación de un servicio
profesional docente. La evaluación de los maestros debe tener, como primer
propósito, el que ellos y el sistema educativo cuenten con referentes bien
fundamentados para la reflexión y el diálogo conducentes a una mejor práctica
profesional…[4]
...La ley
reglamentaria fijará los criterios, los términos y condiciones de la evaluación
obligatoria para el ingreso, la promoción, el reconocimiento y la permanencia
en el servicio profesional con pleno respeto a los derechos constitucionales de
los trabajadores de la educación…
Es decir, en el condicionamiento que
se establece con la palabra “permanencia”
con la cual se pervierte el sentido de una evaluación formativa al profesorado
y donde encontramos un argumento del por qué establecemos que más bien debiera
denominarse reforma laboral.
El desafío consiste por lo tanto, en encontrar
los caminos, mismos que se vislumbran bastante sinuosos, para que el
conglomerado magisterial, no sólo con formaciones profesionales asimétricas
como lo describimos al inicio, sino también en condiciones laborales e
intereses asimétricos a lo largo y ancho de la geografía mexicana, pueda
amalgamar experiencia y conocimiento, y hallar las estrategias que permitan
revertir un proceso de formación que pretende despojarle de la condición que le
debe ser natural a la docencia, la reflexión contextualizada sobre su práctica profesional
para mejorarla.
[1] Fracción
III del Art. 3° del decreto por el que
se reforman los artículos 3o. en sus fracciones III, VII y VIII; y 73, fracción
XXV, y se adiciona un párrafo tercero, un inciso d) al párrafo segundo de la
fracción II y una fracción IX al artículo 3o. de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos.
[2] Especialista
en la materia e investigador del Instituto José María Luis Mora y de la Universidad
Pedagógica Nacional en entrevista con el Diario la Jornada el día 7 de abril de
2013
[3] Entrevista
con el Diario la Jornada el día 7 de abril de 2013
[4] Fracción
II del Artículo Quinto transitorio del decreto por el que se reforman los
artículos 3o. en sus fracciones III, VII y VIII; y 73, fracción XXV, y se
adiciona un párrafo tercero, un inciso d) al párrafo segundo de la fracción II
y una fracción IX al artículo 3o. de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos.
[5]
Fracción II del Artículo Quinto transitorio de la “Reforma Educativa”
REFERENCIAS
Chadwick, C. (2012) Evaluación Formativa para el Docente. Barcelona: Paidós
Dewey, J. (1989). Cómo pensamos. Cognición y desarrollo humano. Barcelona, España: Paidós.
Imbernom, F.(1994) La formación y el desarrollo profesional del profesorado. Hacia una nueva cultura profesional. 8ª Ed. Barcelona: Ed. Graó
Stenhouse, J. (1997). Investigación y desarrollo del currículum. (4ta ed.). Madrid: Morata
Perez, G. (2004) La cultura escolar en la sociedad neoliberal. 4ª Ed. Madrid: Ediciones Morata.
Tallaferro, D. (2005) La formación para la práctica reflexiva en las prácticas profesionales docentes. Disponible en Línea: http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/20065/2/articulo8.pdf
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