Ricardo Ojeda Leos
Como si no tuviéramos suficiente con una pandemia
como jamás vista en tiempos modernos, en el mundo y específicamente en México prevalece
además infodemia, inseguridad, manipulación, amnesia, maniqueísmo, soberbia,
esnobismo, miopía y hasta ceguera. En medio de una radicalizada parafernalia
informativa cuyo principal basamento en su mayoría son los poderosos intereses
políticos y económicos, se erigen en la sociedad una especie de esnobs imitando
de acuerdo al alcance de su pensamiento y conocimientos a quienes, por
reafirmar sus ideas, consideran como los poseedores de la única verdad,
despreciando y hasta encolerizando con quienes no piensan igual. En esta
atmósfera pocos asuntos escapan a la controversia y hasta problemas de otra
naturaleza se politizan y se meten en el mismo cajón del debate. Se intenta
ridiculizar a todo lo que no es afín al pensamiento propio sin ser consciente
que con ello se empobrece toda reflexión, es decir, la soberbia causa miopía y
hasta ceguera. En ese contexto, nadie
cede terreno, todos tienen un ejemplo cercano para reafirmar su verdad en cada
discusión y todos tienen también a su “informante” preferido para citarlo si es
necesario. Difícil panorama para hacer entrar en razón a la irracionalidad:
hasta los llamados “datos duros” y las inevitables comparaciones históricas son
interpretadas a modo; ante cada ataque un contraataque, ante cada argumento un
contra argumento y así se cae repetidamente en un escenario maniqueísta de
contrasentidos.
Sin embargo, aún en medio de este caos y
aparente estancamiento, la realidad no se detiene, incluso, históricamente el
enfrentamiento interno es condición necesaria para su marcha inexorable que siempre
es hacia adelante, así como el nazismo o el autoritarismo no pudieron detener
nuevos advenimientos en las formas de gobiernos, así toda esta ola de
aconteceres no evitará el avance, sobre todo, en materia de justicia social
donde la deuda del estado mexicano con los más desposeídos era ya insostenible
y será muy difícil hacer retroceder el camino ganado…por el bien de todos.
Habrá otras agendas como la de la seguridad
pública, la estrategia económica, la educación, la salud o la democracia
electoral que sólo el tiempo será el único agente capaz de poner las cosas en
su lugar y no los agoreros del fatalismo ni los optimistas en turno. Confiemos
en que se cumpla aquella famosa recomendación Quijotesca que dicta: confiad
en el tiempo que suele dar dulces salidas a amargas dificultades.
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