lunes, 26 de abril de 2021

El miedo y odio: razón y sin razón

 

Ricardo Ojeda Leos

El miedo surge del desconocimiento de las causas, y eso conduce al odio de quien lo produce; cuando resulta infundado, la verdad y el conocimiento por sí mismo deberían ser suficientes para eliminarlos; pero cuando es fundado, la verdad y el conocimiento no son suficientes para su desvanecimiento y, el odio regularmente se eleva porque el daño a los intereses de los afectados resulta real.

En una democracia los desacuerdos no sólo son posibles y deseables, sino necesarios e indispensables, la multiplicidad de visiones es un regulador natural en contra de la implantación de una ideología única. La fuente ontológica de los desacuerdos , más allá del discurso de visiones neutrales, las cuales son imposibles e impensables, es la afectación del bienestar propio. Nadie en sus cabales, por lo tanto, debería estar en desacuerdo con aquello que lo beneficia, directa o indirectamente.  Como corolario, es normal que quienes son afectados por una postura institucional que lacera sus intereses, se mantengan en una posición de permanente desacuerdo. Surge, por lo tanto, inexorablemente una delicada interrogante ¿Por qué se podría estar en desacuerdo contra alguien, llámese institución, persona o gobierno, que vela en el fondo por los intereses y beneficio propios? El problema a profundidad, como todo lo social, resulta verdaderamente complejo y multicausal, entran en el juego, diversidad de factores que van desde la mercadotecnia profesional y la psicología de masas, el adoctrinamiento, la formación personal, la manipulación mediática, etc. Sin embargo, desde un análisis racional de la génesis del miedo y el odio, buena parte de la respuesta debe hallarse inmersa en nuestra tesis enunciada al principio, y en ese contexto, sólo la verdad nos hará...

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