jueves, 20 de febrero de 2014

Introducción a la estructura de la realidad social

Ricardo Ojeda Leos

            Alfred Schutz parte de un supuesto fundamental en su teoría sobre la realidad social, que consiste en que todos los sujetos comparten un mundo, en el cual vivimos de manera similar nuestras experiencias, es decir, un mundo común denominado indistintamente mundo de la vida cotidiana, del sentido común o de la vida diaria . En dicho mundo la realidad que se le presenta al hombre aparece como dada fuera de toda duda , incuestionada y evidente. A partir de ese mundo el hombre construye su conocimiento de sentido común. Se trata de un mundo incuestionado al que el hombre ha llegado, pero cuestionable, esto último no en el sentido de la crítica del mismo o de su imperfección sino en la noción de que es susceptible de cuestionamiento.
          La manera en que se encuentra el hombre en esta porción compartida de la realidad es en actitud natural, en ella el hombre presupone la existencia de otros hombres que tienen conciencia propia pero similar y presupone que el sentido que esos hombres le dan al mundo externo es también similar al que él le otorga. Se trata de un mundo, por lo tanto, en el cual se puede interactuar y donde el hombre puede ser comprendido por otros e igualmente hacerse entender ante los demás. Se trata de un mundo social y cultural estratificado, el cual se da por hecho y al que el hombre únicamente a arribado. Ahí, sólo una mínima parte de las situaciones en que se encuentra es creada por él mismo, pues casi todo ha sido ya creado por otros.
          Tal actitud natural reivindica una particular forma de pensar, que se desenvuelve en dos sentidos: uno donde se da por sentado que todas las cosas que acontecen en dicho mundo, seguirán aconteciendo igual, por lo tanto, la experiencia adquirida para hacer frente a tales acontecimientos sigue teniendo validez; en el otro sentido, dado lo anterior, entonces el hombre puede seguir operando sobre el mundo gracias al capital que en la experiencia común ha acumulado. Y en palabras de Husserl de acuerdo a la interpretación de Schutz, corresponden respectivamente a las idealizaciones del “y así sucesivamente” y al “siempre puedo volver a hacerlo”[1]  
          Ahora bien, dentro de ese mundo de la vida cotidiana, se realizan las construcciones del sentido común, dentro de ellas se concibe una estructura del mundo social. En esta estructura compartida en la dimensión de tiempo, podemos destacar tres grupos de sujetos: los predecesores, los sucesores y los contemporáneos.
          Los predecesores, desde la perspectiva de Schutz, no hacen referencia a la concepción clásica que genealógicamente se le da, no se remite en ese contexto a los ancestros, a los padres o abuelos, sino que se limita a aquellos con los cuales el hombre ya no puede actuar, pero cuyas acciones pasadas están abiertas a la interpretación y pueden, por lo tanto, influir en las interpretaciones del hombre común.
          Los sucesores son aquellos sujetos con los cuales ninguna experiencia es posible, son aquellos que nacerán después y que el hombre jamás conocerá , pero sin embargo hacia los cuales puede orientar sus acciones, como diría Schutz, en una “anticipación más o menos vacía”[2] .
           Los contemporáneos son aquellos sujetos que pueden o no estar presentes físicamente, si están presentes, es decir, si comparten además del tiempo el espacio, entonces se convierten en asociados, pero pueden no estarlo, y sólo se puede saber de su coexistencia en el tiempo como meros contemporáneos.
Con los asociados, el hombre establece una relación cara a cara, que en primera instancia solo corresponde a una designación estrictamente formal de una relación social que se aplica de manera indistinta tanto a una charla íntima entre amigos o a la que se establece en un lugar entre sujetos que no se conocen.
          Ahora bien, a la relación cara a cara le presupone una orientación-tú, la cual puede ser unilateral o recíproca. Si se trata de una orientación-tú unilateral, entonces la relación social que el hombre establece con los otros es meramente de observación social directa, donde el hombre sólo puede orientar su atención a los contextos de significado subjetivo, pero no puede comprender el sentido que el actor (el observado) le otorga a su acción social, sino únicamente a través de una serie de tipificaciones que el observador a acumulado en el sentido común.
          Si la orientación-tú es recíproca, entonces la relación social que se establece es directamente vivenciada, ambos sujetos se percatan de la existencia uno del otro, la relación cara a cara se convierte en una relación Nosotros pura, en esta relación se establece un mismo flujo en la corriente de conciencias, además de compartir el tiempo cronológico, el externo, se comparte el tiempo interno, por lo tanto, envejecen juntos de acuerdo a Bergson en la interpretación de Schutz.[3]. ambos sujetos se implican recíprocamente en sus biografías.
          La relación Nosotros pura, es el fundamento de una relación Nosotros concreta, es por así decirlo, la relación Nosotros pura llevada al extremo y a la concreción, en donde es posible captar los caracteres muy específicos del semejante. En un contexto práctico, consiste en particularizar en forma íntima una relación social Nosotros pura con otro sujeto al que nos interesa captar su especificidad.
          Volviendo a las tipificaciones a las cuales de hizo referencia anteriormente, estas consisten en actos de inferencia por los cuales se juzgan las acciones de los actores mediante atributos típicos previamente constituidos en la mente del que tipifica.
          Con lo meros contemporáneos, es decir, aquellos sujetos que no están presentes pero que se sabe de su coexistencia en el tiempo y que se sabe de la simultaneidad en el flujo de sus experiencias, pero cuyo conocimiento de ellos solo es en forma indirecta. El mero contemporáneo no es aprehendido en forma vivencial directa tal como ocurre con los asociados en una orientación-tú y una relación Nosotros pura, sino a través de tipificaciones de manera mediata.
          La orientación que precede en la relación entre meros contemporáneos es la orientación-Ellos, dicha orientación no refiere al hombre concreto, ni a la vida consciente en curso del semejante, apunta al contexto objetivo de sentido.
         Mediante una serie de interpretaciones de experiencias típicas y repetitivas de un contemporáneo se le otorga a éste la connotación de tipo ideal personal. Ideal en el sentido de que es capaz de contener el mayor número de características de los individuos de su tipo.
          El tipo ideal es anónimo, y tal como se estratifica el mundo de los contemporáneos en niveles de concreción y anonimia, cuanto más anónimo es, tanto más se aleja de una configuración subjetiva de sentido atribuible al Otro. Asimismo un menor nivel de generalidad del tipo ideal conduce a un mayor acercamiento del tipo ideal concreto.
         Se pueden distinguir así dos clases de tipos ideales: el caracterológico y el funcional, uno, el primero de ellos, deriva de experiencias directas con los semejantes, lo cual permite suponer incluso como actuará cierto sujeto en una determinada situación porque se le conoce previamente, es decir, tiene relativamente mayor grado de concreción. Por otra parte, el tipo ideal funcional que alude a los contemporáneos se concentra únicamente en sus funciones típicas, las cuales sin conocerlos directamente y sin tener ninguna experiencia previa directa, se pueden establecer dichas funciones de manera más o menos acertada. Por lo tanto el tipo ideal funcional es en este sentido más anónimo que el caracteriológico.
          Sin embargo si se compara en grado de anonimia al tipo ideal funcional, con idealizaciones de tipos ideales de colectividades sociales, éste tiene relativamente un grado mayor de concreción.
          Recapitulando, en las relaciones entre meros contemporáneos se dan las siguientes características: en primer lugar tienen un carácter hipotético, dado que se parte de supuestos incorporados a través de tipificaciones; en segundo lugar, la relación del actor  entre contemporáneos es a través de una relación-Ellos, pues si bien uno de ellos tipifica al Otro, a su vez el Otro responde teniendo en cuenta también una tipificación del primero, que complementa por así decirlo la relación típica entablada; en tercer lugar por lo tanto, se tiene la probabilidad subjetiva de que la reciprocidad de los esquemas tipificadores sean utilizados adecuadamente por los copartícipes; y en cuarto lugar, en consecuencia, cuanto más estandarizado sea el esquema tipificador utilizado en la relación mayor será la probabilidad subjetiva que sea compartida por los copartícipes.
         A diferencia de la relación Nosotros, en donde se entrelazan los motivos de los sujetos, es decir, donde los motivos para de uno se convierten en los motivos porque del otro, en la relación social entre meros contemporáneos se reemplaza por la interdependencia de los tipos ideales que comparten los copartícipes. En la relación Nosotros, es posible verificar lo que se supone, en la relación Ellos, esto no es posible a ciencia cierta. En la relación Ellos falta siempre la prueba final que indique que ha sido comprendido lo que se estableció durante la relación.


Bibliografía


  • Schutz, Alfred, Estudios sobre teoría social, Amorrortu editores, Buenos Aires, Argentina,1974
 Schutz, Alfred, La construcción significativa del mundo social, Editorial Paidos, Barcelona, España, 1993

 Schutz, Alfred, El problema de la realidad social, Amorrortu editores, Buenos Aires, Argentina, 1995

  • Schutz, Alfred, Las estructuras del mundo de la vida, Amorrortu editores, Buenos Aires, Argentina, 2001




[1] Schutz, Alfred, Las estructuras del mundo de la vida, p. 28
[2] Schutz, Alfred, El Problema de la Realidad Social, p. 46
[3] Ibid.

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