Ricardo Ojeda Leos
Alfred
Schutz parte de un supuesto fundamental en su teoría sobre la realidad
social, que consiste en que todos los sujetos comparten un mundo, en el cual
vivimos de manera similar nuestras experiencias, es decir, un mundo común denominado
indistintamente mundo de la vida cotidiana, del sentido común o de la vida
diaria . En dicho mundo la realidad que se le presenta al hombre aparece
como dada fuera de toda duda , incuestionada y evidente. A partir de ese mundo
el hombre construye su conocimiento de sentido común. Se trata de un
mundo incuestionado al que el hombre ha llegado, pero cuestionable, esto último
no en el sentido de la crítica del mismo o de su imperfección sino en la noción
de que es susceptible de cuestionamiento.
La manera en que se encuentra el
hombre en esta porción compartida de la realidad es en actitud natural,
en ella el hombre presupone la existencia de otros hombres que tienen
conciencia propia pero similar y presupone que el sentido que esos hombres le
dan al mundo externo es también similar al que él le otorga. Se trata de un
mundo, por lo tanto, en el cual se puede interactuar y donde el hombre puede
ser comprendido por otros e igualmente hacerse entender ante los demás. Se
trata de un mundo social y cultural estratificado, el cual se da por hecho y al
que el hombre únicamente a arribado. Ahí, sólo una mínima parte de las
situaciones en que se encuentra es creada por él mismo, pues casi todo ha sido
ya creado por otros.
Tal actitud natural reivindica una
particular forma de pensar, que se desenvuelve en dos sentidos: uno donde se da
por sentado que todas las cosas que acontecen en dicho mundo, seguirán
aconteciendo igual, por lo tanto, la experiencia adquirida para hacer frente a
tales acontecimientos sigue teniendo validez; en el otro sentido, dado lo
anterior, entonces el hombre puede seguir operando sobre el mundo gracias al
capital que en la experiencia común ha acumulado. Y en palabras de Husserl de
acuerdo a la interpretación de Schutz, corresponden respectivamente a las
idealizaciones del “y así sucesivamente” y al “siempre puedo volver a hacerlo”[1]
Ahora bien, dentro de ese mundo de
la vida cotidiana, se realizan las construcciones del sentido común, dentro
de ellas se concibe una estructura del mundo social. En esta estructura
compartida en la dimensión de tiempo, podemos destacar tres grupos de sujetos:
los predecesores, los sucesores y los contemporáneos.
Los predecesores, desde la
perspectiva de Schutz, no hacen referencia a la concepción clásica que genealógicamente
se le da, no se remite en ese contexto a los ancestros, a los padres o abuelos,
sino que se limita a aquellos con los cuales el hombre ya no puede actuar, pero
cuyas acciones pasadas están abiertas a la interpretación y pueden, por lo tanto,
influir en las interpretaciones del hombre común.
Los sucesores son aquellos
sujetos con los cuales ninguna experiencia es posible, son aquellos que nacerán
después y que el hombre jamás conocerá , pero sin embargo hacia los cuales
puede orientar sus acciones, como diría Schutz, en una “anticipación más o
menos vacía”[2] .
Los contemporáneos son
aquellos sujetos que pueden o no estar presentes físicamente, si están
presentes, es decir, si comparten además del tiempo el espacio, entonces se
convierten en asociados, pero pueden no estarlo, y sólo se puede saber
de su coexistencia en el tiempo como meros contemporáneos.
Con
los asociados, el hombre establece una relación cara a cara, que en
primera instancia solo corresponde a una designación estrictamente formal de
una relación social que se aplica de manera indistinta tanto a una charla
íntima entre amigos o a la que se establece en un lugar entre sujetos que no se
conocen.
Ahora bien, a la relación cara a cara
le presupone una orientación-tú, la cual puede ser unilateral o
recíproca. Si se trata de una orientación-tú unilateral, entonces la
relación social que el hombre establece con los otros es meramente de
observación social directa, donde el hombre sólo puede orientar su atención a
los contextos de significado subjetivo, pero no puede comprender el sentido que
el actor (el observado) le otorga a su acción social, sino únicamente a través
de una serie de tipificaciones que el observador a acumulado en el
sentido común.
Si la orientación-tú es
recíproca, entonces la relación social que se establece es directamente
vivenciada, ambos sujetos se percatan de la existencia uno del otro, la
relación cara a cara se convierte en una relación Nosotros pura,
en esta relación se establece un mismo flujo en la corriente de conciencias,
además de compartir el tiempo cronológico, el externo, se comparte el tiempo
interno, por lo tanto, envejecen juntos de acuerdo a Bergson en la
interpretación de Schutz.[3].
ambos sujetos se implican recíprocamente en sus biografías.
La relación Nosotros pura, es
el fundamento de una relación Nosotros concreta, es por así decirlo, la
relación Nosotros pura llevada al extremo y a la concreción, en donde es
posible captar los caracteres muy específicos del semejante. En un contexto
práctico, consiste en particularizar en forma íntima una relación social
Nosotros pura con otro sujeto al que nos interesa captar su especificidad.
Volviendo a las tipificaciones
a las cuales de hizo referencia anteriormente, estas consisten en actos de
inferencia por los cuales se juzgan las acciones de los actores mediante
atributos típicos previamente constituidos en la mente del que tipifica.
Con lo meros contemporáneos, es decir, aquellos sujetos que no están
presentes pero que se sabe de su coexistencia en el tiempo y que se sabe de la
simultaneidad en el flujo de sus experiencias, pero cuyo conocimiento de ellos
solo es en forma indirecta. El mero contemporáneo no es aprehendido en forma
vivencial directa tal como ocurre con los asociados en una orientación-tú
y una relación Nosotros pura, sino a través de tipificaciones de manera
mediata.
La orientación que precede en la
relación entre meros contemporáneos es la orientación-Ellos, dicha
orientación no refiere al hombre concreto, ni a la vida consciente en curso del
semejante, apunta al contexto objetivo de sentido.
Mediante una serie de interpretaciones
de experiencias típicas y repetitivas de un contemporáneo se le otorga a éste
la connotación de tipo ideal personal. Ideal en el sentido de que es
capaz de contener el mayor número de características de los individuos de su
tipo.
El tipo ideal es anónimo, y
tal como se estratifica el mundo de los contemporáneos en niveles de
concreción y anonimia, cuanto más anónimo es, tanto más se aleja de una configuración
subjetiva de sentido atribuible al Otro. Asimismo un menor nivel de
generalidad del tipo ideal conduce a un mayor acercamiento del tipo
ideal concreto.
Se pueden distinguir así dos clases de
tipos ideales: el caracterológico y el funcional, uno, el primero
de ellos, deriva de experiencias directas con los semejantes, lo cual permite
suponer incluso como actuará cierto sujeto en una determinada situación porque
se le conoce previamente, es decir, tiene relativamente mayor grado de
concreción. Por otra parte, el tipo ideal funcional que alude a los contemporáneos
se concentra únicamente en sus funciones típicas, las cuales sin conocerlos
directamente y sin tener ninguna experiencia previa directa, se pueden
establecer dichas funciones de manera más o menos acertada. Por lo tanto el tipo
ideal funcional es en este sentido más anónimo que el caracteriológico.
Sin embargo si se compara en grado de
anonimia al tipo ideal funcional, con idealizaciones de tipos ideales de
colectividades sociales, éste tiene relativamente un grado mayor de concreción.
Recapitulando, en las relaciones
entre meros contemporáneos se dan las siguientes características: en
primer lugar tienen un carácter hipotético, dado que se parte de supuestos
incorporados a través de tipificaciones; en segundo lugar, la relación del
actor entre contemporáneos es a través
de una relación-Ellos, pues si bien uno de ellos tipifica al Otro, a su
vez el Otro responde teniendo en cuenta también una tipificación del primero,
que complementa por así decirlo la relación típica entablada; en tercer lugar
por lo tanto, se tiene la probabilidad subjetiva de que la reciprocidad de los
esquemas tipificadores sean utilizados adecuadamente por los copartícipes; y en
cuarto lugar, en consecuencia, cuanto más estandarizado sea el esquema
tipificador utilizado en la relación mayor será la probabilidad subjetiva que
sea compartida por los copartícipes.
A diferencia de la relación Nosotros,
en donde se entrelazan los motivos de los sujetos, es decir, donde los motivos
para de uno se convierten en los motivos porque del otro, en la
relación social entre meros contemporáneos se reemplaza por la
interdependencia de los tipos ideales que comparten los copartícipes. En la
relación Nosotros, es posible verificar lo que se supone, en la relación Ellos,
esto no es posible a ciencia cierta. En la relación Ellos falta siempre la
prueba final que indique que ha sido comprendido lo que se estableció durante
la relación.
Bibliografía
- Schutz, Alfred, Estudios sobre teoría
social, Amorrortu editores, Buenos Aires, Argentina,1974
Schutz, Alfred, La construcción
significativa del mundo social, Editorial Paidos, Barcelona,
España, 1993
Schutz, Alfred, El problema de la realidad
social, Amorrortu editores, Buenos Aires, Argentina, 1995
- Schutz, Alfred, Las estructuras del mundo
de la vida, Amorrortu editores, Buenos Aires, Argentina, 2001
No hay comentarios:
Publicar un comentario