Ricardo Ojeda Leos
En la construcción de nuevas
identidades, ese gran proceso asimétrico que termina siendo una multiplicidad
de procesos divergentes llamado “globalización” si bien en stricto sensu no es
capaz de configurar una “cultura global” como lo afirma Giménez (2010) en el
sentido de que no se vislumbra la construcción de una sociedad política y de
una sociedad civil en un contexto global porque sigue persistiendo en la
práctica internacional la idea del
Estado-nación, no se puede negar la gran influencia que ejerce en la
construcción de nuevas identidades sociales a través de las nuevas tecnologías
de la información y la comunicación, ahora involucradas de manera importante
sobre todo en el fenómeno de las redes sociales y respaldada con la permanente
penetración de los medios masivos de comunicación.
Aun cuando por motivos de la asimetría
socio-económica, característica de nuestros países latinoamericanos, las
primeras herramientas no alcanzan a permear la realidad en la totalidad de los
ciudadanos, las segundas si lo hacen de manera significativa. De tal manera que
terminan siendo los jóvenes principalmente los más seducidos por la
espectacular evolución tecnológica y las nuevas formas audiovisuales cada vez
más diversas para comunicarse e integrarse a comunidades virtuales de manera
cada vez también más permanentes con las nuevas posibilidades de los
dispositivos móviles, configurando de tal suerte una lógica de comunicación e
interacción social alejada no únicamente de la tradicional relación “face to
face” sino también del contacto directo con el medio ambiente, el cual es
sustituido por la experiencia virtual.
Asimismo, el gran desarrollo
tecnológico y la influencia que viene ejerciendo desde hace ya algunas décadas
los medios de comunicación masiva, han logrado disolver la separación de
ancestralmente existía entre el conocimiento del mundo del adulto y del mundo
infantil, es decir, ahora la tecnología permite a la niñez acceder a la
percepción de un mundo que antes los adultos le limitaban y que Meyrowitz (citado por Martín-Barbero, 2002, p. 4) con
sus propias palabras destaca “Lo que hay de verdaderamente revolucionario en la
televisión es que ella permite a los más jóvenes estar presentes en las
interacciones de los adultos…” lo que a su vez reconfigura las relaciones
familiares y se configuran nuevas identidades al interior del seno familiar.
La facilidad con la que los jóvenes
manejan la tecnología y las posibilidades que éstas despliegan, catalizan
nuevas identidades erigidas sobre contextos temporales y precarios pero también
favorecen identidades más flexibles con capacidad de incursionar en nuevos y
lejanos universos culturales.
Arribamos en definitiva a lo que
Martín-Barbero (2002) llama “ecosistema comunicativo” conceptualización que parece que delinea muy
bien el fenómeno comunicacional que estamos viviendo y que se manifiesta a
través de una amplia red de herramientas y nuevas formas de acceso a la
información y con ello al saber, esto es, al conocimiento, por medio del cual se accede a él y al mismo
tiempo se le arrebata de manera natural esta primicia a la institución que por
excelencia lo tenía a su resguardo: la escuela.
En tal sentido que en el nuevo
“ecosistema educativo” cobra relevancia dentro de los desafíos que enfrenta la
institución escolar contemporánea, la descentralización del conocimiento, al
que ahora es posible obtener de manera alterna, si bien quizás fragmentado y
desorganizado, finalmente termina siendo una posibilidad real que antes no
existía con tal facilidad. De tal forma que la escuela se halla en la necesidad
de reconfigurarse para abrirse a las nuevas formas comunicativas y a los nuevos
saberes; para formar ciudadanos capaces de descifrar los ardiles informativos
de los medios de comunicación; para
fomentar las capacidades de tomas de decisiones basadas en parámetros de
valoración y discriminación de la información; para contribuir a una formación
crítica frente al bombardeo masivo de los medios de comunicación.
Es decir, la nueva estrategia
escolar para pervivir ante los nuevos fenómenos que trae consigo la
globalización y el consiguiente
desarrollo y la intervención en el saber de las tecnologías de la
información y los medios de comunicación, tiene que ver con lo que
Martín-Barbero (2002, p.11) describe como “el tránsito de un modelo centrado en
la secuencia lineal - que encadena unidireccionalmente grados, edades y
paquetes de conocimiento- a otro descentrado y plural, cuya clave es el
“encuentro” del palimpsesto y el hipertexto”.
El autor utiliza la metáfora del
palimpsesto para destacar la identidad
que emerge del pasado y se inscribe en el presente aunque de forma no tan
nítida, mientras que el hipertexto lo utiliza para resaltar el montaje de
conexiones que permiten multiplicidad de recorridos. El primero nos remite a la
memoria y a la pluralidad, mientras el segundo nos refiere a la
intertextualidad y a la intermedialidad. De tal manera que para lograr
interesar a los nuevos jóvenes hoy denominados por Mark Prensky (2001, 2005) como “nativos digitales” la escuela deberá
asumir como una dimensión estratégica la configuración de un nuevo “ecosistema
comunicativo”.
Sin embargo, la tarea no resultará
tan fácil, pues para ello debemos pensar inexcusablemente primero en uno de sus
protagonistas: los profesores, ese colectivo de ejecutores de la actividad educativa
que requieren de profesionalizarse para salir adelante de esta nueva
encomienda. El profesorado actual de la educación básica en nuestro País,
pertenece mayoritariamente en palabras del mismo Prensky (2001, 2005) a los
llamados “inmigrantes digitales”. Se trata de una generación que culturalmente
se halla hecha “sándwich”, porque no podría considerársele que pertenece a la
que Margaret Mead (en Martín-Barbero, 2002)
describe como cultura postfigurativa,
dado que no se trata de un profesorado que al cien por ciento se guíe de manera
convencida de los ejemplos y del saber
de sus antecesores, tampoco puede considerársele prefigurativa en la idea de la ruptura generacional en donde los amigos remplazan a los
antecesores, sino más bien, pertenece este profesorado mexicano a la llamada
cultura cofigurativa, en donde las
conductas son retomadas de los otros profesores, es decir se trata de una
cultura construida desde los “pares”, y en este sentido la brecha en el saber
tecnológico resulta por demás significativa y en muchos casos determinante para
las actividades educativas. En otras palabras, no podemos pasar de una escuela
fundamentada en la linealidad del conocimiento y arribar con éxito a una
escuela descentrada y plural, con un
profesorado con una brecha cultural y tecnológica importante frente al
alumnado.
Esa es una de las principales razones
por la que las políticas educativas internacionales en los últimos años pugnan
por la actualización de los programas de formación del profesorado, para
sincronizar los tiempos del saber tecnológico de profesores y alumnos, sin
embargo, también es cierto que muchas de esas fundamentaciones tienen
finalmente una propuesta que raya en una racionalidad técnica y no en un
criterio crítico que posibilite al profesorado asumir desde esta posición los
desafíos que plantea la globalización y la invasión tecnológica en todas sus
formas.
No obstante, de la misma forma en
que la educación crea sus propias posibilidades
de resistencia y cambio, el profesorado mexicano tiene la posibilidad de
construir dentro de sus propios contextos de formación las condiciones que le
permitan asumir profesionalmente los retos de una nueva escuela basada en un
conocimiento descentrado y plural que además de formar los recursos humanos que
necesita la sociedad para desarrollarse,
asimismo forme ciudadanos y sujetos autónomos.
Referencias
Giménez, Gilberto (2001) Identidades en
globalización. México. Instituto de Investigaciones Sociales. UNAM
Martín-Barbero (2002) La globalización en clave
cultural: una mirada latinoamericana. ITESQ. Guadalajara, México.
Giménez, Gilberto (2001) Identidades en
globalización. México. Instituto de Investigaciones Sociales. UNAM.
Giménez, Gilberto (2005) “Cultura, identidad y
metropolitanismo global”. En Revista Mexicana de Sociología 67 (No. 3,
julio-septiembre 2005). Pp. 483-512.
Mark Prensky (2001) Nativos e Inmigrantes Digitales.
Editorial: SEK, S.A.
Martín Barbero, Jesús (2002). “Jóvenes:
comunicación e identidad”. En Pensar Iberoamérica. Revista de Cultura. Número
0, Febrero de 2002. Organización de Estados Iberoamericanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario