miércoles, 7 de febrero de 2024

La vida es corta, pero el tiempo para vivir, lo es aún más

 

Ricardo Ojeda Leos

No deseo parecer trágico ni el aguafiestas en el momento en que este texto sea leído, lo escribo en uno de esos lapsos cuando una serie de eventos desafortunados -tal como sería el título de alguna serie de cierta plataforma de streaming- hace desencadenar un estado de ánimo que enciende las neuronas y conlleva a repensar de nueva cuenta el sentido de la vida y reflexionar sobre la cantidad de tiempo que transcurrimos sobreviviendo y el poco tiempo restante, utilizado para vivir.

   Veamos un caso promedio de una persona que trabaja 8 horas diarias durante 5 días a la semana. Esas 8 horas con tres horas consideradas para la comida y el transporte, estamos hablando de 11 horas dedicadas a trabajar para vivir de las 24 horas de un día, pero tenemos que sumarle 7 horas en promedio de sueño para recuperar las fuerzas y continuar para el siguiente día. Es decir, 18 horas de las 24 que tiene un día, están dedicadas al trabajo y que podrían extenderse hasta 20 horas por el trabajo que suele llevarse a casa o también por consecuencia de las nuevas formas de comunicación que provocan que siempre estes conectado al trabajo. Quedan 4 horas y de esas 4 al menos 2 horas se van entre el tiempo de la cena y las tareas familiares. Y quedan solamente 2 horas reales que parecen ser insuficientes para el esparcimiento y para recrear convenientemente los pensamientos y el ánimo mental, necesarios para disfrutar la vida. Antes que se vengan la ola de reconvenciones, por supuesto que la tragedia en cantidades de tiempo de trabajo que aquí exhibo se puede y se debe minimizar y hasta contrarrestar haciendo lo posible por disfrutar de cada una de las acciones diarias descritas. Sin embargo, no por ello se deja de tener de forma aproximada un 8% exclusivamente del tiempo de un día para vivirlo plenamente sin tener que llevar a cabo acciones que yo llamo de supervivencia.

  Ahora bien, se podrá objetar que no se está considerando el tiempo de asueto de los sábados y domingos, para un trabajador que goza de los beneficios de la semana inglesa, por lo tanto, supongamos que, para cada uno de esos días, en virtud de que también hay que realizar algunos enseres que no pueden realizarse entre semana y considerando las horas de dormir, siendo optimistas, consideremos 12 horas por cada uno, es decir 24 horas de fin de semana y que sumadas a las 10 horas de asueto que tenemos entre los 5 días de la semana, tendríamos 34 horas exclusivas para vivirlas sin realizar tareas de supervivencia de un total de 168 horas resultado de las 24 horas por los 7 días de la semana. Esto es, el resultado no mejora sustancialmente, arrojando aproximadamente un 20% del tiempo que tenemos para vivir sin llevar a cabo acciones para sobrevivir.

  Y nuevamente antes que se venga la ola de objeciones, se podrá decir que es el precio justo porque al jubilarse se puede llegar a tener, no el 100% pero sí un 50% o 60% de tiempo para vivir, descontando el tiempo de dormir y el tiempo de quehaceres menores, así es en efecto, pero si no fuimos capaces de llegar a esas edades en buen estado salud, la tragedia es por sí sola visible. Y si llegamos en buen estado de salud, jamás será con la plenitud que gozamos en la juventud.

   Mencioné al principio que no quería ser trágico ni el aguafiestas, por eso espero que esta reflexión hecha con base a datos duros, en lugar de desanimar, nos anime a que vivamos cada instante con la intensidad requerida, porque la vida es corta y el tiempo para vivir, que no de sobrevivir, lo es aún más.

5 comentarios:

  1. Me gusta la reflexión

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  2. Vivir sin miedo ahora, dejar las apariencias y tomar el sentido aunque sea por unos instantes.

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  3. Muy de acuerdo con la publicación.no hay manera raxdeca administrar el tiempo..aún cuando tomes un curso .mejor como señalas ,disfrutar todos los espacios

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  4. Excelente reflexión!! A disfrutar cada día!!

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  5. Alvaro Pérez Olvera7 de febrero de 2024, 19:31

    Carpe diem, amigo. Eso de sacar cuentas no siempre es provechoso, pues como bien lo señalas puede llevar al desánimo. Excelente reflexión!!!

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