martes, 20 de febrero de 2024

Homicidios en México: un análisis contextual en cifras para evitar falsos debates

 

R.O.L

T

odo análisis sin contexto no explica ni esclarece absolutamente nada, pero sí confunde. Regularmente tienden a ser, además de tendenciosos, burdas interpretaciones de la realidad, que en el mejor de los casos pueden reflejar falta de pericia y conocimiento en el análisis, pero en el peor de ellos, velados deseos e intereses de diversa índole.

De acuerdo con el filósofo y lingüista francés Tzvetan Todorov, “El juicio equitativo es aquel que tiene en cuenta el contexto en el que se produce un acontecimiento, sus antecedentes y sus consecuencias”, es decir, el juicio resultante de un análisis sin contexto es un juicio inequitativo y sesgado, por lo tanto, carente de valor objetivo y periodístico. Ese ha sido el tono del periodismo no sólo en México sino también de la prensa extranjera, desde el inicio de gobierno de López Obrador, con referencia a un tema social tan delicado y complejo como lo es, el de los homicidios, una de las más importantes problemáticas que lacera sustancialmente al país durante los últimos tres sexenios.

Dos notas periodísticas, como existe un sinnúmero de ellas, sirven de detonante de este trabajo y que resumen también la narrativa de la propia oposición política en México, misma que viene haciendo simbiosis con la mayor parte del periodismo tradicional: la primera, publicada por el diario español El País[i], en su versión en línea el 16 de enero de 2024, donde se afirma que se va “consolidando el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, de Morena, como el más violento de la historia reciente del país”. Esta aseveración sin contexto tiene la clara intención de sembrar ante la opinión pública la idea que el actual gobierno no sólo no ha hecho nada, sino que ha empeorado las cosas en esta materia. Es decir, se omite, que este sexenio inició con la más alta tasa de criminalidad en la historia y que, consecuentemente por una elemental lógica matemática, las cifras altas de homicidios están indisolublemente ligadas a esta condición. Más adelante, en la misma nota se establece que a pesar de la disminución que se presenta en la cantidad de homicidios diarios

 “Es difícil interpretar estas cifras, por más que el Gobierno quiera venderlas como un éxito. No hace tantos años, resultaba impensable que México permaneciera instalado en una meseta de 30.000 asesinatos anuales o más, con tasas de 23 a 25 cada 100.000 habitantes. Pero la realidad ahora es esa y disminuciones marginales se consideran éxitos estratégicos”.

El periodista que escribe la noticia habla de la instalación de una “meseta” en los asesinatos, más adelante demostraremos que eso es falso, pero nuevamente omite el contexto y no habla de la tendencia creciente que se traía desde los sexenios anteriores y que, en todo caso una meseta significaría una importante contención ante esa escalada. También emite su propio juicio, sin dar más argumentación, en el sentido de que las disminuciones que, finalmente parece reconocer, son “marginales”. Cabría preguntarse ¿marginales con relación a qué? Porque en todo ello no señala alguna referencia y tampoco no toma en cuenta la naturaleza de un fenómeno social muy complejo que lleva años instalado en los intersticios de la sociedad.

La segunda nota periodística es la proveniente de los hombres de negocios publicada en Forbes[ii] el 13 de noviembre del 2023 y que tiene como título “El sexenio de AMLO, el más violento de la historia: Coparmex”, en esa noticia se afirma que, “Durante el gobierno de AMLO aumentó 50% el número de homicidios frente al sexenio de Enrique Peña Nieto”, otra aseveración que resulta falsa y que se demostrará en este trabajo a través de un análisis estadístico mediante lo se ha dado por llamar “datos duros” y que no es otra cosa que la realidad asentada en cifras con números desprovistos de todo interés personal o político.  

Es el presente, por lo tanto, un análisis matemático que ha sido realizado fundamentalmente con base a las cifras oficiales de homicidios anuales por cada cien mil habitantes que presenta el INEGI[iii] en su respectivo portal. Se consideró esta fuente porque sus cifras están constituidas a partir de documentación más confiable, como lo son las propias actas de defunción, las cuales minimizan el riesgo de cualquier intento de manipulación de cifras por parte de otras fuentes del propio gobierno como podrían ser las del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

                                            

Obsérvese que, esta unidad de medida que hace el INEGI de los homicidios, no es utilizada al azar por los expertos en la estadística, sino que es la mejor manera de valorar y percibir cualquier cambio de tendencia histórica de los homicidios, por lo tanto, corrige la errónea interpretación de comparar frecuentemente cifras absolutas tanto de promedio de homicidios diarios como de  totales, sin considerar la dinámica poblacional, esto es, con esta unidad de medida sí es posible realizar diferentes comparaciones de resultados para evaluar el éxito o fracaso de las estrategias utilizadas por los gobiernos en contra de este flagelo social.

Tenemos, por lo tanto, la tarea de evaluar los resultados de dos estrategias plenamente diferenciadas en el combate a la delincuencia, la primera de ellas podemos definirla como el combate frontal, es decir, la estrategia de enfrentar directamente a los delincuentes ejerciendo el “uso legítimo la violencia”, monopolio en reclamo del Estado, según Max Weber, y que fue llevada a cabo durante el sexenio de Felipe Calderón y continuada con Enrique Peña Nieto, en contraposición a la segunda  que se define como el combate a las causas, que enarbola principalmente la estrategia de ir a los orígenes del problema, es decir, a la atención de la desigualdad social mediante diversos mecanismos de compensación social como lo son las pensiones a adultos mayores, programas de trabajo a jóvenes y becas para los estudiantes, como una manera de posibilitar el progreso personal y desalentar la incorporación social a las actividades delictivas. Estrategia auspiciada e implementada por el gobierno de López Obrador.

Análisis de regresión lineal

El análisis ha consistido en proyectar mediante un modelo de regresión lineal la tendencia de los homicidios a partir del año 2006 hasta el año 2018, periodo en el que se llevó a cabo la primera estrategia del combate a la delincuencia y, asimismo, proyectar la tendencia de homicidios a partir del año 2018 hasta el 2023, periodo que conlleva el actual gobierno implementando la segunda estrategia. Fundamentalmente reside en el cálculo de los parámetros de las rectas que mejor se ajustan a la dispersión de los datos de los homicidios a través de los dos periodos de tiempo mediante el uso estadístico del cálculo que se conoce como ajuste de mínimos cuadrados. Las ecuaciones de estas rectas permiten realizar predicciones en el tiempo de mantenerse las tendencias registradas.

Es importante destacar que, al no existir todavía información en el INEGI, la cifra de homicidios por cada cien mil habitantes de 2023 es la única que ha sido calculada a través del dato proporcionado por la Secretaría de Seguridad pública en la misma nota del citado diario el País y con base a la población que existía en México en el primer trimestre de 2023 y que publicó en su boletín de prensa número 395/23 el INEGI[iv], esto es, 81 homicidios diarios y 129 millones de habitantes, de donde resulta el dato de 22.9 homicidios por cada cien mil habitantes.

 

Resultados

Los resultados obtenidos se visualizan y se resumen en la siguiente gráfica:


Es de destacar que la recta en color azul que mejor representa las cifras durante el periodo de 2006-2018, arroja una pendiente positiva, es decir, una tendencia incremental y cuyo resultado podemos observar, guarda una significativa consistencia con los datos al final de cada sexenio, esto es, el resultado real al final de cada uno de ambos sexenios siempre es en promedio más alto en poco más de 3 puntos que los valores estimados mediante la ecuación de la recta, mismos que se muestran en color verde. Por lo tanto, se puede inferir que, si dicha estrategia y condiciones hubieran continuado, para 2024 se estimaría con ayuda de la ecuación de la recta la cifra de 32.71 homicidios por cada cien mil habitantes que, al sumarle el promedio de las diferencias que se obtienen al final de cada sexenio entre lo estimado y lo real, nos arrojaría la cifra de 36 homicidios por cada cien mil habitantes. Si tomáramos sólo como referencia a una población para ese año de 130 millones de habitantes se traduciría en 128 homicidios diarios.

Por otra parte, de color rojo aparece la recta que mejor representa y se ajusta a la tendencia que siguen las cifras del periodo de 2018-2023, en donde el modelo arroja una recta con pendiente negativa, es decir, una tendencia en donde la cantidad de homicidios se decrementan conforme transcurre el tiempo. Este resultado arroja por la borda la versión de la “meseta” que menciona el periodista del diario el País, incluso resulta en valor absoluto una pendiente mayor a la obtenida anteriormente, lo cual conduce a  que los resultados estimados se decrementen más rápido en proporción a como se incrementan de acuerdo con la primera recta ajustada correspondiente al periodo 2006-2018. Puede observarse también que entre los homicidios por cada cien mil habitantes con los que finaliza el sexenio anterior en 2018 y los que se registran al 2023, existe un decremento de aproximadamente 6 puntos, que se traducen, si consideramos los mismos 130 millones de población, en 22 homicidios menos diarios, que en virtud de la tendencia histórica que se traía, no pueden resultar “marginales”, tal como asevera el mismo periodista.  Por otra parte, al realizar el mismo ejercicio de estimación para el 2024 se obtiene la cifra de casi 23 homicidios por cada cien mil habitantes, que se traducen en 82 homicidios diarios, considerando los mismos 130 millones de habitantes y que, frente a los 128 homicidios estimados diarios con la primera estrategia, resulta una diferencia de 46 homicidios diarios, que constituyen diferencias todavía menos “marginales” pues se trataría de un descenso de casi un 36% en la tasa de homicidios.

Se podrá objetar que algunos de los resultados son meros supuestos, pero es de resaltar que no se trata de supuestos arbitrarios a ciegas sino de resultados provenientes de un análisis rigurosamente matemático que consiste en una herramienta de estimación que se utiliza frecuentemente en estudios sociales como lo es la regresión lineal, alimentada con cifras oficiales dadas por una institución confiable y profesional de la estadística como lo es el INEGI.

Adicionalmente, con las mismas cifras, si comparamos el total de homicidios por cada cien mil habitantes, el sexenio de Peña Nieto arroja una cifra de 127.5, frente a los 133.7 que suma al 2023 el gobierno de López Obrador, es decir, en matemáticas, los ceros a la derecha sí cuentan y el incremento de la tasa de homicidios, como correctamente deben compararse las cifras, es aproximadamente de un 5% y no el 50% del que hablan los hombres de negocios de la Coparmex.

En resumen, esperamos que el presente análisis centre correctamente el debate con relación a los resultados de la tasa de homicidios en México y coloque en contexto a los mismos, es decir, que en los debates y las afirmaciones futuras que se realicen con relación a este tema, siempre se consideren las condiciones y cifras iniciales del problema, que son factores determinantes para la comprensión de toda problemática social, so riesgo de omitirlas y caer en una mezquindad de conclusiones que no tengan como objetivo la verdad y sí otro tipo interés.

Finalmente, el lector puede constatar y realizar otras lecturas de los resultados y llevar a cabo sus propias estimaciones  con ayuda de la memoria de cálculo que se presenta a continuación.

 

Memoria de cálculo

En la siguiente tabla se muestran la tabla de datos para calcular la primera recta de regresión del periodo 2006-2018, de acuerdo con las cifras del INEGI presentadas al inicio.


Los parámetros de la recta  


se calcularon a partir de las siguientes expresiones, provenientes de un ajuste por el método de mínimos cuadrados:

                                     

 Obteniendo como resultado la recta:


La segunda recta de regresión se calculó a partir de la siguiente tabla de datos que corresponden a los que presenta el INEGI del periodo 2018-2022 y la cifra de 2023 se calculó como se describió al inicio de este trabajo.


Arrojando como resultado la ecuación de la segunda recta:



 

Fuentes referidas







miércoles, 7 de febrero de 2024

La vida es corta, pero el tiempo para vivir, lo es aún más

 

Ricardo Ojeda Leos

No deseo parecer trágico ni el aguafiestas en el momento en que este texto sea leído, lo escribo en uno de esos lapsos cuando una serie de eventos desafortunados -tal como sería el título de alguna serie de cierta plataforma de streaming- hace desencadenar un estado de ánimo que enciende las neuronas y conlleva a repensar de nueva cuenta el sentido de la vida y reflexionar sobre la cantidad de tiempo que transcurrimos sobreviviendo y el poco tiempo restante, utilizado para vivir.

   Veamos un caso promedio de una persona que trabaja 8 horas diarias durante 5 días a la semana. Esas 8 horas con tres horas consideradas para la comida y el transporte, estamos hablando de 11 horas dedicadas a trabajar para vivir de las 24 horas de un día, pero tenemos que sumarle 7 horas en promedio de sueño para recuperar las fuerzas y continuar para el siguiente día. Es decir, 18 horas de las 24 que tiene un día, están dedicadas al trabajo y que podrían extenderse hasta 20 horas por el trabajo que suele llevarse a casa o también por consecuencia de las nuevas formas de comunicación que provocan que siempre estes conectado al trabajo. Quedan 4 horas y de esas 4 al menos 2 horas se van entre el tiempo de la cena y las tareas familiares. Y quedan solamente 2 horas reales que parecen ser insuficientes para el esparcimiento y para recrear convenientemente los pensamientos y el ánimo mental, necesarios para disfrutar la vida. Antes que se vengan la ola de reconvenciones, por supuesto que la tragedia en cantidades de tiempo de trabajo que aquí exhibo se puede y se debe minimizar y hasta contrarrestar haciendo lo posible por disfrutar de cada una de las acciones diarias descritas. Sin embargo, no por ello se deja de tener de forma aproximada un 8% exclusivamente del tiempo de un día para vivirlo plenamente sin tener que llevar a cabo acciones que yo llamo de supervivencia.

  Ahora bien, se podrá objetar que no se está considerando el tiempo de asueto de los sábados y domingos, para un trabajador que goza de los beneficios de la semana inglesa, por lo tanto, supongamos que, para cada uno de esos días, en virtud de que también hay que realizar algunos enseres que no pueden realizarse entre semana y considerando las horas de dormir, siendo optimistas, consideremos 12 horas por cada uno, es decir 24 horas de fin de semana y que sumadas a las 10 horas de asueto que tenemos entre los 5 días de la semana, tendríamos 34 horas exclusivas para vivirlas sin realizar tareas de supervivencia de un total de 168 horas resultado de las 24 horas por los 7 días de la semana. Esto es, el resultado no mejora sustancialmente, arrojando aproximadamente un 20% del tiempo que tenemos para vivir sin llevar a cabo acciones para sobrevivir.

  Y nuevamente antes que se venga la ola de objeciones, se podrá decir que es el precio justo porque al jubilarse se puede llegar a tener, no el 100% pero sí un 50% o 60% de tiempo para vivir, descontando el tiempo de dormir y el tiempo de quehaceres menores, así es en efecto, pero si no fuimos capaces de llegar a esas edades en buen estado salud, la tragedia es por sí sola visible. Y si llegamos en buen estado de salud, jamás será con la plenitud que gozamos en la juventud.

   Mencioné al principio que no quería ser trágico ni el aguafiestas, por eso espero que esta reflexión hecha con base a datos duros, en lugar de desanimar, nos anime a que vivamos cada instante con la intensidad requerida, porque la vida es corta y el tiempo para vivir, que no de sobrevivir, lo es aún más.

Buscar este blog