viernes, 27 de junio de 2014

El …¡Puto! Una expresión que debe analizarse desde el contexto cultural

Ricardo Ojeda Leos.


Es respetable la opinión publicada el pasado 26 de junio en el diario Reforma de José Woldenberg, quizá el personaje de mayor credibilidad de los presidentes que tuvo el extinto IFE hoy INE,  en relación  a que “es una vergüenza” el grito de la afición mexicana de futbol que asiste a los estadios a gritar la palabra “puto” cuando despeja el balón el portero rival, acción a la que también refiere como un “aullido masivo”. Sin embargo, consideramos que es una apreciación imprecisa y que corresponde a una visión que no compartimos muchos mexicanos.

El Diccionario de la Lengua Española en su 22ª Edición, si bien en la primera definición del adjetivo “puto” lo menciona “como calificación denigratoria”, también establece un ejemplo muy claro que hace resaltar el contexto cultural con el que suele aplicarse la palabra como lo es “Me quedé en la puta calle”. Expresión que en estricto sentido no es causa  de malestar para nadie.

En una segunda definición, el citado diccionario también formula otro ejemplo, cuando el adjetivo  “por antífrasis puede resultar encarecedor” como la expresión “ha vuelto a ganar. ¡Qué puta suerte tiene!”. Expresión que también denota el uso del adjetivo en un contexto que finalmente nada tiene que ver con un insulto como tal y mucho menos con cuestiones “homofóbicas”.

La tercera definición que aparece en el diccionario es “necio” y entre paréntesis “tonto”, definición que puede parecer un insulto, tal vez lo sea, sobre todo la expresión “tonto” pero que finalmente tampoco resulta una definición que denota “homofobia” y que además suele utilizarse en diversos ámbitos sobre todo el adjetivo “necio” para hacer alusión a alguien imprudente o con ideas obstinadas.

La cuarta definición que hace el citado diccionario es la de “hombre que tiene concúbito con persona de su sexo”, y que hace referencia directa a la homosexualidad, que si bien es utilizada por muchos mexicanos con esta connotación para referirse o para insultar a personas con dicha preferencia sexual, también es cierto que quien conozca un poco de nuestra cultura,  puede advertir claramente el uso de esta expresión incluso entre amigos heterosexuales, para aludir entre ellos mismos sobre todo a personas que en determinado momento expresan miedo ante muy diversas acciones, por lo cual es fácil escuchar expresiones como “que puto eres” “no seas puto” incluso “oye puto” entre otras y que incluso esta última expresión hasta denota una forma “familiar” de dirigirse a alguien muy cercano. Debe quedar claro que esto no quiere decir que sea lo más correcto ni que sea la forma más recomendable de dirigirnos a las personas más cercanas, sino lo importante de esta breve reflexión es la de destacar el contexto cultural con el que se utiliza la palabra “puto”, y que refleja la multiplicidad de significados que puede aplicársele al término.

Es por lo tanto, desde el contexto cultural donde debe analizarse lo que José Woldenberg refiere como “aullido masivo”, esto es, desde el escenario del estadio de futbol repleto de gentes con explosiones de euforia porque su equipo gane el partido, que si bien dentro de lo que también denomina como “masa de gritones” se da en cierto sentido el anonimato, pero no como expresión de cobardía y ni por esconderse entre los “muchos”, no es en esencia esa actitud  la que predomina, porque el “gritón” no lanza la piedra y esconde la mano, al contrario, cualquiera que observe esa acción de los aficionados mexicanos, puede percatarse que por el contrario, el hincha quiere hacerse notar, aparecer y si es ante las cámaras de televisión mejor. Quizá como dice Woldenberg de manera individual “frente a frente” con el portero rival ninguno de esos fanáticos aplicaría esa expresión al portero adversario, pero porque en el escenario  “frente a frente” cambia el contexto, porque la expresión “frente a frente” a la que refiere Woldenberg hace pensar en un escenario donde el portero no está despejando el balón y se halla con el fanático “cara a cara”, de tal manera que el grito pierde sentido y no necesariamente por un acto de cobardía, porque se debe insistir que es el escenario el que determina el sentido del grito, análogamente el escenario del ejemplo entre amigos donde la expresión “oye puto” adquiere otra connotación y no necesariamente el insulto que podría parecer.
Es ingenuo pensar que el grito de los hinchas no conlleve en su objetivo molestar al portero rival, porque de eso se trata, porque esa es una manera, desde su visión, en que puede influir el fanático para ayudar a su equipo, sometiéndole presión al adversario. Sin duda que resulta más decoroso únicamente “echarle porras” a su equipo y no denostar al adversario, sin embargo es un hecho que  se busca molestar al rival, como lo hacen todos los hinchas con otros gritos como el “ole” o el “buuuh” que igualmente resultan insultantes pero a los que nadie les ha dado la misma importancia.

Y tampoco se trata de escudarse en el hecho de que así se estila agredir a los rivales en los estadios, pero este breve análisis no se centra en lo que “debiera ser” para evitar quedar atrapados en el conflicto filosófico conocido como la guillotina de Hume,  que analiza el abismo entre “el deber ser y el ser”, donde sin lugar a dudas Woldenberg tiene mucha razón cuando señala que “la violencia física se inicia normalmente con la violencia verbal” y debiéramos, por supuesto ser más y cuidadosos en el uso del lenguaje, pero partimos de lo “que es” de lo “que se acostumbra” y sobre todo del contexto en el que se dice y que finalmente determina el sentido y el objetivo del “aullido masivo”

Por lo tanto, cuando se analiza el controvertido grito se tiene que contextualizar culturalmente y darle con ello la justa dimensión. Por ello no es de extrañar que en un primer momento, la FIFA desconocedora de nuestra cultura, lo criticara de homofóbico, pero después corrigiera su apreciación. De tal suerte que desde esta óptica resulta descontextualizado y sobredimensionado la resolución de Woldenberg cuando establece que “es una vergüenza que miles de compatriotas se reúnan en un estadio para gritar puto” sobre todo cuando esta opinión deviene de alguien que suponemos conoce mucho de nuestra cultura.

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