Ricardo Ojeda Leos
Se dice como verdad irrefutable que a nadie le
conviene estar divididos como país, y con relación a la soberanía nacional así
debiera ser, y más que como algo normal, como una necesidad y una exigencia
para sobrevivir, como cuando una familia desintegrada se une y se vuelve a integrar
ante una desgracia familiar, sin embargo, cuando éstas desaparecen y no existen amenazas
externas o desgracias, en ningún país del mundo preexiste una unidad social homogénea,
eso es más bien un cuento que nos han narrado durante años. La división
ideológica es una situación natural de los regímenes democráticos y hasta de aquellos
que en esencia no lo son. En la realidad, la democracia no es el estado sereno
de las cosas en paz, es todo lo contrario, es como una olla express llena de
vapores empujando y haciendo accionar constantemente la válvula, es
confrontación de intereses al interior, es una lucha incesante de fuerzas e
ideologías, como cita Jaques Rannciere “es el deseo ilimitado de deseos de los
hombres en la sociedad de masas moderna “
En este contexto, resulta muy normal la
confrontación de intereses entre los poderosos actores del juego democrático,
es decir, entre los poseedores del poder económico con los del poder político,
no es necesario buscar causas o motivaciones, ellas están claramente a la vista,
lo interesante y digno de analizar es la adhesión ideológica a ellos por parte
de los diversos sectores de la población.
En este tema se puede opinar mucho, pero
regularmente se aterriza en la postura personal de que todos piensan libremente
ya sea que están de uno u otro lado y por supuesto, nadie fuera de sus cabales abreva
por la división o la confrontación, pero sin darse cuenta la mantienen, al
asumir visiones inflexibles y esclerotizadas forjadas a lo largo de su
formación, y con respecto a la formación también es posible encontrar una diversidad
de asunciones con sus respectivas pasiones y frenesís, siendo esta variable,
seguramente significativa en el tema que nos atañe pero difícil de analizar.
Una pregunta central entonces es ¿Quién es la
fuente responsable que alimenta nuestra visión de la realidad y nos conlleva a
adoptar una u otra postura ideológica? La respuesta se halla en la influencia que
ejercen nuestras experiencias con la forma de obtención de los bienes y servicios
a los que accedemos para sobrevivir y que a su vez determinan el entramado jurídico,
político e ideológico en el que nos desenvolvemos. En palabras de Marx, es la superestructura
propiciada por la infraestructura, esto es, la superestructura define la
ideología, la forma de pensar, las leyes y las creencias, y lo hace con tal
fuerza que se instituye inconscientemente y resulta prácticamente imposible desenredarse
de ella, aunque pueda o no ir contra el interés de su propia clase.
Es oportuno esbozar la siguiente experiencia
que parece enmarcar perfectamente lo que aquí se establece. En cierta platica entre
amigos se discutía que un gobierno municipal estaba haciendo mucho mejor las
cosas porque después de muchos años una administración gubernamental estaba
realizando obras importantes de infraestructura a favor de todos los ciudadanos
y eso era un hecho a la vista, sin embargo, alguien salió en defensa de algún
gobierno anterior, con el argumento que estos “no le estaban dando nada a la
gente”. No sin sorpresa se le cuestionó que si bien no había repartición de
despensas si había una mejor distribución en obras. Fue entonces que en una
segunda argumentación se entendió la naturaleza de aquella defensa: “es que aquellos si les repartían mejor a sus
trabajadores”. Es decir, se trataba de alguien que había trabajado en alguna administración
anterior y se había visto beneficiado por ese hecho, aunque dicho beneficio no
haya sido colectivo ni realmente significativo para esa persona porque su situación socioeconómica así lo
denotaba, sin embargo, la manera de acceder a esa forma de vida condicionaba su
manera política de pensar.
Por supuesto que ni a unos ni a otros les gusta
ser tildados de ser mentalmente maleables, nadie en una comprensible situación admitiría
que es manipulado, aún, inconscientemente, por parte de la superestructura
social, pero parafraseando a Galileo, más, sin embargo…