sábado, 20 de marzo de 2021

¿DIVIDIDOS O MANIPULADOS?

Ricardo Ojeda Leos

Se dice como verdad irrefutable que a nadie le conviene estar divididos como país, y con relación a la soberanía nacional así debiera ser, y más que como algo normal, como una necesidad y una exigencia para sobrevivir, como cuando una familia desintegrada se une y se vuelve a integrar ante una desgracia familiar, sin embargo, cuando éstas desaparecen y no existen amenazas externas o desgracias, en ningún país del mundo preexiste una unidad social homogénea, eso es más bien un cuento que nos han narrado durante años. La división ideológica es una situación natural de los regímenes democráticos y hasta de aquellos que en esencia no lo son. En la realidad, la democracia no es el estado sereno de las cosas en paz, es todo lo contrario, es como una olla express llena de vapores empujando y haciendo accionar constantemente la válvula, es confrontación de intereses al interior, es una lucha incesante de fuerzas e ideologías, como cita Jaques Rannciere “es el deseo ilimitado de deseos de los hombres en la sociedad de masas moderna “

En este contexto, resulta muy normal la confrontación de intereses entre los poderosos actores del juego democrático, es decir, entre los poseedores del poder económico con los del poder político, no es necesario buscar causas o motivaciones, ellas están claramente a la vista, lo interesante y digno de analizar es la adhesión ideológica a ellos por parte de los diversos sectores de la población.

En este tema se puede opinar mucho, pero regularmente se aterriza en la postura personal de que todos piensan libremente ya sea que están de uno u otro lado y por supuesto, nadie fuera de sus cabales abreva por la división o la confrontación, pero sin darse cuenta la mantienen, al asumir visiones inflexibles y esclerotizadas forjadas a lo largo de su formación, y con respecto a la formación también es posible encontrar una diversidad de asunciones con sus respectivas pasiones y frenesís, siendo esta variable, seguramente significativa en el tema que nos atañe pero difícil de analizar.

Una pregunta central entonces es ¿Quién es la fuente responsable que alimenta nuestra visión de la realidad y nos conlleva a adoptar una u otra postura ideológica? La respuesta se halla en la influencia que ejercen nuestras experiencias con la forma de obtención de los bienes y servicios a los que accedemos para sobrevivir y que a su vez determinan el entramado jurídico, político e ideológico en el que nos desenvolvemos. En palabras de Marx, es la superestructura propiciada por la infraestructura, esto es, la superestructura define la ideología, la forma de pensar, las leyes y las creencias, y lo hace con tal fuerza que se instituye inconscientemente y resulta prácticamente imposible desenredarse de ella, aunque pueda o no ir contra el interés de su propia clase.

Es oportuno esbozar la siguiente experiencia que parece enmarcar perfectamente lo que aquí se establece. En cierta platica entre amigos se discutía que un gobierno municipal estaba haciendo mucho mejor las cosas porque después de muchos años una administración gubernamental estaba realizando obras importantes de infraestructura a favor de todos los ciudadanos y eso era un hecho a la vista, sin embargo, alguien salió en defensa de algún gobierno anterior, con el argumento que estos “no le estaban dando nada a la gente”. No sin sorpresa se le cuestionó que si bien no había repartición de despensas si había una mejor distribución en obras. Fue entonces que en una segunda argumentación se entendió la naturaleza de aquella defensa:  “es que aquellos si les repartían mejor a sus trabajadores”. Es decir, se trataba de alguien que había trabajado en alguna administración anterior y se había visto beneficiado por ese hecho, aunque dicho beneficio no haya sido colectivo ni realmente significativo para esa persona porque su situación socioeconómica así lo denotaba, sin embargo, la manera de acceder a esa forma de vida condicionaba su manera política de pensar.

Por supuesto que ni a unos ni a otros les gusta ser tildados de ser mentalmente maleables, nadie en una comprensible situación admitiría que es manipulado, aún, inconscientemente, por parte de la superestructura social, pero parafraseando a Galileo, más, sin embargo…

 

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