martes, 30 de octubre de 2018

Del miedo de la incertidumbre a la esperanza de la democracia

Ricardo Ojeda Leos

Quienes conocen de análisis de coyuntura saben que los momentos coyunturales están enmarcados por un cambio sustantivo en la correlación de las fuerzas del poder político, el presente momento que vivimos después de la jornada electoral histórica del 1 de julio de 2018, con el reconocimiento de las instituciones del Estado mexicano del triunfo del candidato de la coalición “juntos haremos historia”, devino precisamente a partir de un cambio paulatino de éstas, cuyo reflejo fue la determinante votación en las urnas, misma que a la postre sólo corroboraría todas las mediciones de opinión que se venían publicando en los diarios, con tal diferencia que ni la suma de todos los votos opositores lograría alcanzar al primer lugar. Muchos enemigos a ultranza en otros tiempos, cambiaron de esquina en el ring político, viejas fuerzas al servicio del todavía actual régimen, “recapacitaron” sospechosamente, desde la perspectiva de muchos analistas, y volvieron sus fusiles contra quienes servían y se los ofrecieron a quien con saña atacaron en el pasado, de tal forma que el otrora etiquetado desde la publicidad, “peligro para México”, dejó de serlo por los nuevos virajes políticos, esto es, si bien desde el principio, se dejó entrever, otros presuntos motivos, ajenos a una autorreflexión desinteresada: aspiraciones de poder no satisfechas en el antiguo bando, también es cierto que los nuevos aliados se entregaron con inusitada pasión a la nueva causa. 

Por otra parte, la neutralidad política no resulta difícil sino es prácticamente imposible, además de indeseable, es totalmente impensable e inalcanzable, la ideología forma parte de la naturaleza social del ser humano, la configuración ideológica del individuo desencadena las representaciones que éste construye de la realidad y con ello desata sus pulsiones políticas. Constituye de inicio una postura natural y generalmente inconsciente. Alcanzar la concientización de este entramado mental se pensaría que podría abrevar en cierto grado a la objetividad, pero regularmente no sucede así, no se libera ni un ápice de la armadura ideológica, y generalmente, provoca su profundización. Es en consecuencia, sin duda, compleja la manera en que los individuos asimilan y adquieren todos los elementos mentales del sistema referencial ideológico que les sirve de filtro para interpretar y tomar partido ante las diversas concepciones en las que se ven enfrentados, pero éste determina su respuesta ante la sincretización de las implícitas contradicciones que existen en cada concepción social, y para bien del ganador, para el caso particular del momento electoral, y para desfortuna de los perdedores de la contienda, el pensamiento acompañado del sufragio de la mayoría, asumió postura a favor del primero. 

Es decir, los resultados del suceso del 1 de julio fueron, además de una lucha por los votos, una contienda ideológica, y las redes sociales jugaron un papel fundamental, fue ahí donde se extendió y profundizó el debate, fue ahí donde también el humor y la inagotable creatividad, características de nuestra inigualable riqueza cultural, surgieron para atacar y contrarrestar la metralla de los respectivos contrincantes. La batalla en la redes sociales debió dejar también una lección a los profesionales de la publicidad. El 1 de julio de 2018 tiene una gran peculiaridad, no fue únicamente una elección por la alternancia del poder político, la sociedad optó por otra visión de país, debemos leer con mucha atención las cifras electorales, cifras que leyeron muy bien las instituciones del Estado y actores involucrados en el proceso con el reconocimiento temprano de los resultados. El voto uniforme a favor de los colores que enarboló el ganador en comparación con el voto diferenciado, dieron muestra de una verdadera insurrección social, de esas que se venían gestando más o menos cada centuria en nuestro país, pero en esta ocasión, para ventura nuestra, pacífica, a través de las urnas. 

Incertidumbre por un lado y esperanza por el otro, al tiempo lo estaremos viendo, el resultado de ese voto generará gran cantidad de descontentos irracionales así como otros tantos falsos triunfalismos: ni todos los candidatos que llegan con sus ideas serán tan buenos como se esperaban, ni todos los que se fueron o no llegaron, serán tan malos como se especulaba. Pero todo esto es a final de cuentas resultado de la propia evolución democrática, ya lo decía Winston Churchill con frío tino “la democracia es el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los demás que se han inventado”.

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