Ricardo Ojeda Leos
Existen, sin duda, diversas
posturas de la sociedad en relación a la lucha que entabla el magisterio en
contra de la denominada “Reforma Educativa”, una gama de matices entre dos
polos opuestos en los cuales se halla entrampado el conflicto. Sin embargo,
para destrabar el nudo, es necesario llevar a cabo un análisis de esta
polarización, es decir, conocer los principales argumentos de quienes denuestan
la lucha magisterial.
Se pueden rescatar cinco de las
principales razones por las que muchos ciudadanos, incluyendo diversos actores
políticos y organizaciones como “Mexicanos Primero” se pronuncian en contra de
la lucha de los docentes, y las cuales aparecen constantemente en diversas discusiones:
- Los maestros no quieren ser evaluados
- Luchan por mantener sus “prebendas”
- La educación de los niños está por encima de cualquier interés.
- Sus movilizaciones afectan a terceros
- Sólo unos cuantos están en contra de la Reforma.
El primero de estos argumentos, es totalmente infundado, si
alguien sabe de evaluación y de su valor
para mejorar la educación son precisamente los maestros, se trata de una mentira
que han creado muchos actores con intereses muy particulares y con ayuda de los
medios de comunicación. Si se le pregunta a cualquier maestro, ya sea
participante en el movimiento o no, responderá que eso es falso, que ningún profesor
se niega a ser evaluado, en lo que no están de acuerdo es en el tipo de
evaluación. Al respecto, especialistas en la materia, tales como el Dr. Ángel
Díaz Barriga de la UNAM o el Dr. Manuel Gil Antón del Colegio de México, entre
otros, (al final se anexan enlaces de
algunos de sus trabajos) han expresado que efectivamente la evaluación
concebida en la Reforma no es integral ni evalúa el trabajo en el aula de los
docentes, sino que tiene un carácter evidentemente punitivo y denostador. Es decir,
la supuesta negativa de los docentes a la evaluación, es un argumento que debe ya
descartarse de la discusión porque no tiene fundamento alguno, para ser
incorporado en un análisis serio.
La segunda argumentación que coloca en el punto central de
la lucha magisterial las supuestas “prebendas” , cabe mencionar que si bien,
como en toda organización de esta naturaleza en México, son ante todo los líderes quienes se ven inmersos
en algunas canonjías, aun cuando muchas de ellas fueron dadas en contubernio por
favores recibidos por las propias autoridades que hoy lo reclaman, las cuales,
por supuesto, deben ser rotundamente criticables
y también castigadas por quienes las reciben pero también por quienes las
otorgaron en su momento. Sin embargo no puede generalizarse esta condición al
grueso de los docentes, las conquistas laborales alcanzadas tales como los 60 o 90
días de aguinaldo, los salarios adquiridos con base a la extinta carrera
magisterial, los días de vacaciones, la jornada laboral, los servicios seguridad
social, etc. son derechos que se tienen y
conquistas que toda la clase trabajadora debería tener como mínimo. Si se
argumenta que se trata de excesos porque la mayoría de los trabajadores mexicanos
que prestan sus servicios en la iniciativa privada no gozan de ellas, entonces
lo que habría que cuestionar seriamente es a la iniciativa privada que es capaz de generar empleos pero de no brindar condiciones y prestaciones laborales
dignas. De obstinarse en defender dicha
argumentación estaríamos ante un panorama que se podría describir tristemente
con la parábola de los cangrejos, en la cual de tres cubetas llenas de cangrejos
americanos, japoneses y mexicanos, respectivamente, solo las dos primeras
permanecían cerradas para que no se escaparan, porque entre ellos hacían cadenas
para salirse de la cubeta, mientras que la de los cangrejos mexicanos no había
necesidad de ser tapada, porque cuando uno de ellos trataba de salir, entre
todos se encargaban de jalarlo para abajo.
El tercer argumento, que antepone el interés superior del
niño a la educación, es por supuesto, una razón de un peso real y nadie en su
sano juicio la cuestionaría, y por supuesto, los propios maestros tampoco
lo hacen, pero lo que no se observa nítidamente es que la propia lucha encierra
en el fondo una lucha por el fortalecimiento de la educación y la escuela
pública, porque a pesar de que la Reforma no lo hace de manera explícita, si
existen atisbos de intenciones privatizadoras que de concretarse podrían
amenazar el derecho a la educación de todos los niños que no puedan pagar su
educación, tales medidas por citar algunas son los bonos de infraestructura para
mejorar las escuelas que anunció el gobierno hace algunos meses, mediante los
cuales se da acceso al capital privado, cuya característica principal siempre
son las ganancias económicas, o bien la propia autonomía de gestión escolar que
sin apuntar en este momento a la privatización de manera directa, si deja
abierta la rendija por donde podría más tarde generarse dichas
condiciones. Se podría objetar que se
trata quizá de una paranoia de muchos mal pensados, pero la historia de otros casos
obliga a permanecer alertas ante el bien nacional más preciado de los mexicanos.
Con respecto a los daños que se causan a terceros con las
manifestaciones, estamos en un callejón sin salida, dado que el sinuoso camino
legal parece lamentablemente estar cerrado cuando contraviene el interés político
de los gobernantes. Por ejemplo, ningún amparo procedió aun cuando se trata de
una ley retroactiva que lesiona derechos laborales adquiridos previos a la
reforma. Esto habla de la mezquindad en el sistema de justicia y por lo tanto
de una vía clausurada de antemano. ¿cómo manifestarse sin afectar a nadie? ¿resultaría eficaz que los docentes
protestaran en una especie de “manifestodromo” donde no perjudicaran a terceros
y ni tampoco las sordas autoridades hicieran caso alguno? ¿qué impacto puede tener
ir a gritar a un lugar donde no haya interlocución? Por supuesto que el diálogo
es el único camino pero cuando este no existe, inevitablemente suceden hechos como
los que estamos viviendo, con todas las lamentables implicaciones que todos
conocemos.
Finalmente, la última
argumentación ha quedado desnudada frente a los hechos que hablan de una extensión
nacional del conflicto, donde no sólo los que siempre se manifiestan están en contra
de la Reforma, sino también muchos que antes no lo hacían, así como la gran mayoría
que continúan en las aulas trabajando pero que están molestos con la presión
administrativa-laboral de dicha ley.
Enlaces
para consultar
Díaz Barriga, Angel.
Hacia una alternativa [Disponible en línea] http://www.educacionfutura.org/hacia-una-alternativa-angel-diaz-barriga/
Gil Antón, Manuel. La reforma educativa: el fin de un prejuicio.
El universal [Disponible en línea] http://www.eluniversal.com.mx/entrada-de-opinion/articulo/manuel-gil-anton/nacion/2016/03/1/la-reforma-educativa-el-fin-de-un