miércoles, 22 de junio de 2016

El conflicto magisterial y el camino del diálogo

Ricardo Ojeda Leos

La percepción de la realidad social es un problema complejo porque está filtrado inexorablemente por el pensamiento, es decir, no percibimos lo que es, sino lo que creemos que es, o aún mejor como dice Heric Hoffer  “normalmente sólo vemos lo que queremos ver; tanto es así, que a veces lo vemos donde no está . Por eso llegar a la verdad puede ser un camino tortuoso y quizá imposible de conseguir si no se adopta una visión sui generis de la realidad, desde donde se observen los  fenómeno sociales  como “hechos sociales” -utilizando la terminología de Durhkeim - y así distinguir que el todo es mucho más que la suma de las partes.

Si nos empecinamos en  ver por episodios o parcialmente el conflicto social que se vive en estos momentos en México derivado del asunto magisterial y su rechazo a una supuesta y cuestionada “Reforma Educativa” que nació en el marco de la presión internacional por los organismos económicos como la OCDE, caeremos inevitablemente en contradicciones y pugnas que no contribuyen a ninguna salida que beneficie al actor más importante: la sociedad.

El interés superior debe estar concentrado en la sociedad, no en los intereses individuales de los actores involucrados. No es privilegiando las posibles o cuestionables “prebendas” de las que puedan gozar líderes magisteriales o maestros, respectivamente, ni empeñándose en sostener una Reforma que por su propia naturaleza dista mucho de la perfección, hace falta desclerotizar el problema, esto es, flexibilizar los caminos de solución, despojarse de necedades individuales y evitar que la terquedad domine en el diálogo.

Es un error de principio iniciar un diálogo exigiendo no tocar la fuente del conflicto que es la “Reforma Educativa” con el argumento de que ésta representa el interés superior de los niños, lo cual es un asunto que no es cuestionable, lo cuestionable es si la Reforma cumple esa función. Eso es lo que tiene que discutirse, pero debe ser un debate abierto y con especialistas en la materia, no únicamente con políticos, debe haber cabida a distintas visiones que enriquezcan dicha Reforma y que abra el camino de la reconciliación entre los grupos que están involucrados y los cuales cada vez son más.


 Debe dejarse de lado la postura de inamovilidad de dicha Reforma y colocar por encima el interés superior: la sociedad. Aprovechar los puntos de coincidencia que seguramente son más que aquellos en los que se disienten, limar con inteligencia y con argumentos aquello que debe ser pulido. Sólo hace falta voluntad política de ambas partes para hacerlo. Ese es el llamado que, sin duda, la sociedad hace a todos los actores de este conflicto que amenaza con desencadenar más hechos no deseables  que aún se pueden prevenir.

Buscar este blog